viernes, 31 de octubre de 2014

Monografía de Don GONZALO BAEZ CAMARGO


Monografía de Don GONZALO BAEZ CAMARGO          

Don Gonzalo nació en Oaxaca, Oax. el 13 de noviembre de 1899. De su vida podemos decir lo siguiente.
       
Estudios escolares: Primaria: “Benito Juárez” Oaxaca, Oax.; Secundaria y Normal: Instituto Metodista Mexicano (hoy Instituto Mexicano Madero) Puebla, Pue.; Profesor Normalista: Escuela Normal del Estado de Puebla, Puebla Pue.; Licenciado en Teología: Seminario Evangélico Unido, México, D.F.; Licenciado en Filosofía: Escuela de Altos Estudios (hoy Facultad de Filosofía y Letras UNAM) México, D.F.; Doctor en Humanidades: St. Paul´s University, Tokio Japón; Doctor en Letras Humanísticas: Southern Methodist University; Doctor en Humanidades: Instituto Internacional de Estudios Superiores.
Miembro de Número de la Real Academia de la Lengua Española. Miembro de Número de la Academia Nacional de Historia Y Geografía.
Oficial Subteniente de la Brigada “Zaragoza”, Segunda División de Oriente, Cuerpo de Ejército de Oriente, Ejército Constitucionalista de 1915-1916.

Pastor Ayudante de Iglesia Metodista “La Santísima Trinidad” de México, D.F. 1927-1929.

Director del Instituto Mexicano Madero, 1929-1931.

En 1928-1929 editorialista del periódico La Opinión de Puebla y desde 1929 hasta 1983, editorialista del periódico Excélsior de la ciudad de México escribiendo 3 columnas: “El Pulso de los Tiempos”, “Libros de Nuestros Tiempos “ y “Bibliogramas” utilizando el pseudónimo de Pedro Gringoire.

De 1931 a 1946 fue Gerente General de Casa Unida de Publicaciones (CUPSA) y corresponsal de la Revista “The Christian Century” de 1941 a 1964. Presidente de la Cámara Mexicana del Libro en 1944-45, Catedrático de Literatura y Periodismo en la Escuela de Periodismo “Carlos Septién García” y del curso “Cervantes y el Quijote” en el Depto. Internacional de la Universidad Iberoamericana. De Hebreo y Griego y otras materias de Temas Teológicos en diversos Seminarios Teológicos en México, Latino América, Estados Unidos, Europa y Asia.

De 1946 a 1960 fue Secretario del Comité en Cooperación de Literatura para América Latina por el Concilio Mundial de Iglesias, siendo autor del conocido Curso Hispanoamericano para Escuelas Dominicales entre muchas otras publicaciones de corte evangélico.

En 1929 fue Presidente del Congreso Protestante en la Habana, Cuba y autor del informe final: “Hacia la Renovación Religiosa en Hispanoamérica” (CUPSA) y Secretario del Concilio Nacional de Iglesias Evangélicas de la Republica Mexicana.

De 1958 a 1960 fue jefe de redacción del periódico “El Heraldo de México”, colaboró en diversas épocas en Revistas como: Alborada, Guirnalda, El Abogado Cristiano, El Mundo Cristiano, El Evangelista Mexicano,  El Faro, Libertad, Ferronales, Rumbo, Eusko-Deya, Cuadernos Americanos, Foro Internacional, Historia Mexicana, Ábside, Tribuna Israelita, Horizontes, Germinal, La Revista Evangélica, Tiempo, World Dominion, La Nueva Democracia, Nueva Senda, Christian Century, Enciclopedia Británica.

Fundador y Director Gerente de la Revista Luminar de 1937-1951, Revista trimestral de filosofía, letras y filosofía de la religión de la que se publicaron 37 números y varias tiradas aparte.

Miembro del cuerpo de traductores de Sociedades Bíblicas Unidas, colaboró como consultor en la revisión de la Versión Reina Valera 1960, en la traducción de la Versión “Dios Habla Hoy” y conjuntamente con el Dr. Alfonso Lloreda en la traducción completa de la Biblia “Nuevo Milenio” editada por Trillas en el 2000; colaboró en otras importantes versiones de la Biblia Hispanas y Españolas.  Socio Fundador de la Sociedad Bíblica de México de la que fue Presidente de su Junta de Directores. Fuerte apoyo para el ingreso del Instituto Lingüístico de Verano a México durante el Gobierno del Gral. Lázaro Cárdenas.

 Por su obra escrita y reconocido prestigio, Gonzalo Báez-Camargo fue hecho miembro de la Academia Na­cional de Historia y Geografía y de la Academia Mexi­cana de la Lengua. A esta última ingresó en 1981 ocu­pando la silla que dejara vacía el escri­tor Salvador Novo. Su trabajo de ingreso a la aca­demia fue sobre “El concepto de la mujer y el amor en don Qui­jote”

Murió en la Ciudad de México el 31 de agosto de 1983.


GONZALO BAEZ CAMARGO COMO TEÓLOGO. Del escrito de René Padilla.

Una insaldable deuda espiritual.- En su ensayo Genio y espíritu del metodismo wesleyano Báez Camargo muestra las raíces teológicas e históricas del compromiso evangélico de su pensamiento y convicción, incluyendo su dimensión social. Se define a sí mismo como “un metodista de tercera generación en México”, y dice tener “una insaldable deuda espiritual” con el metodismo y su ensayo hace honor a los valores espirituales de esa herencia metodista. En dicho ensayo, hace un profundo estudio de las raíces mismas del metodismo que, provisto de “una teología de gracia experimentada” corrigió los problemas creados por el dogmatismo intelectualista y sirvió de medio para que miles de personas conocieran a Jesucristo como una realidad presente. Habla de un avivamiento desbordante de “entusiasmo racional” que alcanzaba inclusive a la gente humilde y de “su piedad ilustrada” en contraste con el oscurantismo de quienes se oponían al progreso de la ciencia y los conocimientos humanos en nombre de la fe cristiana.
En otro capítulo del valioso ensayo sobre la herencia metodista: “Una evangelización revolucionaria” ilustra su preocupación por una misión integral que no permitía la artificial separación entre el “evangelismo personal” y el “evangelismo social”. Para él, quienes  contraponen la regeneración de individuos y la reforma social tienen un evangelio trunco.

         Otro libro que revela el profundo espíritu evangélico de Don Gonzalo catalogado como “Sermones Laicos”: Las Manos de Cristo, es un compendio de artículos publicados en su columna editorial del diario Excélsior cumplieron con su anhelo de compartir el evangelio en un lenguaje de todos los días en una publicación de circulación nacional y en los cuales, a lo largo de diecinueve capítulos va cobrando forma la figura de Jesucristo, vestido en elegante prosa.

         Don Gonzalo nos sorprende con amplia gama de títulos para referirse a Jesucristo. Divino Carpintero, Varón de Dolores, Luz, Proletario de Nazaret, Pobre y Amigo de los pobres, Divino Camarada, Nuestro Señor del Látigo, Soliviantador Espiritual de los de abajo, Divino Perseguido, Cristo del Silencio, Espíritu universal y eterno, Héroe del Sufrimiento, Supremo Amador, el Justo, Profeta del Nuevo Orden, Muerto y Resucitado del Calvario, Peregrino de Emaús. Uno de los temas que se reiteran lo largo de todos esos artículos editoriales es el de los sufrimientos de Cristo. Para él, Dios se revela preeminentemente en el Cristo del Calvario “el Cristo de las manos traspasadas” porque es “un Dios que sufre…cuyas lágrimas se mezclan, en simpatía, con las nuestras”. Esto no niega el triunfo de la resurrección: lo que niega es que el Dios que se manifiesta en Jesucristo sea un ser impasible frente al sufrimiento humano. Por el contrario, él es el Dios que se compromete con la situación humana, el Dios que sufre por sus hijos, el Dios que a través del amor convierte el sufrimiento en “potencia redentora y fuente de vida eterna”. “Dios no sería perfecto si no fuese capaz de sufrir”, puesto que, “el verdadero amor es siempre amor que sufre y, porque sufre, redime”. Desde esta perspectiva, no hay lugar para el triunfalismo superficial que los cristianos adoptan a veces en su relación con la sociedad secular, sin Dios y sin esperanza. El único triunfo que reconoce el Evangelio es el triunfo del Mesías crucificado, el Cristo que “escogió la cruz, porque la cruz es el amor, hecho terrible en la sublimidad del sacrificio. Y el amor reclama amor. Y el corazón del hombre sólo se regenera por el amor”.

         Décadas antes de la “cristología de la liberación” de los Boff y los Sobrino, Gonzalo Báez Camargo subraya la identificación de Jesucristo con los pobres: interpreta tal “opción por los pobres” como la consecuencia lógica de un amor que trasciende todas las diferencias y se constituye en la base de la “fraternidad humana universal”. Evidentemente para Don Gonzalo toda la historia y la vida humana encuentran su sentido en Jesucristo y en su ley del amor. “Ante todo y sobre todo, el divino atrevimiento del amor”. Tal atrevimiento halla su expresión suprema en la muerte de Jesucristo en la cruz. Ésta, por su “poder purificador, restaurador y santificador”, se constituye en el medio de salvación no meramente individual sino del mundo, puesto que “Sólo en la Cruz y por la Cruz pueden extinguirse las enemistades y establecerse entre las naciones aquellos vínculos internos y sólidos con que entretejerlas en una duradera cooperación”.

         El amor es a la vez el camino que conduce a Jesucristo. Sin amor, Cristo permanece prisionero en el “materialismo religioso, el diletantismo histórico, la pedantería escolástica o el parasitismo espiritual”. “Y así, la única manera de liberar a Cristo es aprisionarle en las cárceles del corazón, y hacer de Él, en las honduras interiores, el generador de una vida nueva y abundante”.

         Estas palabras, como muchas otras de sus escritos, nos permiten echar una mirada a “las honduras interiores” de don Gonzalo y descubrir allí el secreto de su vida y de su teología: un profundo amor a Jesús de Nazaret, en quien él reconocía “la presencia real, viva, plena y gloriosa de Dios, “Dios hecho hombre, por el sublime impulso del amor”. Con raíz en ese amor, su fe se hace “teología laica”, teología en que lo cristiano, como en la filosofía de maestro Antonio Caso, según dice el mismo Báez Camargo, “rebasa claustros y púlpitos, y, hablando un lenguaje nuevo, sube a la cátedra, aborda la tribuna y se echa a la calle en el periódico y la revista” concluye René Padilla.   
Nota al margen:. Durante más de 50 años, Gonzalo Báez Camargo se mantuvo como Editorialista del diario Excélsior usando el muy conocido y más recordado pseudónimo de Pedro Gringoire en sus tres columnas: El Pulso de los Tiempos, Libros de nuestros Tiempos y Bibliogramas. Muchísimos fueron sus asiduos y constantes lectores incluyendo destacadas personalidades de todos los segmentos culturales, políticos y religiosos y quienes fueron impactados por el mensaje del Evangelio que en forma muy elevada, sutil y elegante, estuvieron presentes en todos sus artículos, sin duda fueron efervescentes y fértiles semillas profundamente sembradas. Incomprendido, Pedro Gringoire, por algunos extremistas y legalistas evangélicos por no “predicar” a la manera de hacerlo en un pulpito, nunca afectaron su fórmula de tratar todo tema desde la perspectiva de su real y efectiva teología e incuestionable fe.

jueves, 30 de octubre de 2014

Protestantismo en México entre 1910 y 1940 (Plan de Cincinnati, 1917) / Juan Schuster

Protestantismo entre 1910 y 1940.
Juan Schuster

Este periodo coincide con el desarrollo de la Revolución Mexicana en sus etapas de lucha armada (1910-1917) y de consolidación del proceso revolucionario (1917-1940). Se caracteriza por ser de una gran inestabilidad no sólo para los evangélicos, sino para la Iglesia Católica misma. Esto se debió por una parte a los problemas derivados del conflicto armado que detuvo la llegada de misioneros de las iglesias protestantes tradicionales, redujo la membresia de sus iglesias e interrumpió las relaciones de las iglesias nacionales con las iglesias “madres” en los Estados Unidos. Pero también las dificultades surgidas durante este ciclo fueron el resultado de la ola de anticlericalismo desatada durante el gobierno del Presidente Plutarco Elias Calles (1926-1930) con motivo de la aplicación estricta de las disposiciones contenidas en la Constitución de 1917 en materia de cultos y de educación.

Otros acontecimientos que van a caracterizar también a este periodo se refieren al intento llevado a cabo por algunas de las llamadas “grandes denominaciones” protestantes establecidas en el país para organizarse de acuerdo a un plan de cooperación (Plan de Cincinnati, 1917); los pronunciamientos de apoyo del protestantismo mexicano hacia los programas de los gobiernos revolucionarios de la época y su colaboración con la política de los Estados Unidos hacia América Latina (Congreso Evangélico de La Habana, 1929); la penetración pentecostal, que encuentra en esta fase la “matriz” para su nacimiento y desarrollo y, por último, la decisión adoptada por las iglesias evangélicas de reorientar su trabajo pedagógico misionero a las zonas rurales (1934), como respuesta a la política educativa anunciada por el gobierno del Presidente Cárdenas.

A partir del triunfo del constitucionalismo, en 1917, el protestantismo se propondrá continuar con su obra para lo cual contará con el apoyo de los gobiernos revolucionarios, particularmente los de los presidentes Obregón y Calles, para quienes serán los aliados estratégicos en su lucha contra la Iglesia Católica. Es entonces que las iglesias evangélicas establecidas en México podrán llevar a cabo, a partir de 1919, los acuerdos tomados dos años antes en la ciudad de Cincinnati, Ohio, respecto a la cooperación en la tarea evangelizadora.

De conformidad con el llamado Plan de Cincinnati, realizado bajo los auspicios del Comité de Cooperación en América Latina, representantes de ocho iglesias distribuían su responsabilidad en ocho zonas en las cuales se dividió a partir de entonces el territorio de la República Mexicana. Las iglesias norteamericanas representadas por su correspondiente Junta Misionera eran las siguientes:

1. La Iglesia Presbiteriana del Sur, cuya responsabilidad eran los estados de Michoacán, Guerrero, y porciones de los estados de México y Morelos.

2. La Iglesia Congregacional, cuya responsabilidad eran los estados de Sonora, Sinaloa, Tepic y Jalisco y el territorio de Baja California.

3. La Iglesia Metodista Episcopal del Sur, su responsabilidad eran los estados de Chihuahua, Durango, Coahuila y Nuevo León.

4. La Iglesia de los Amigos, su responsabilidad era el estado de Tamaulipas.

5. La Iglesia de los Discípulos de Cristo, eran su responsabilidad el estado de Zacatecas y porciones del estado de San Luis Potosí.

6. La Iglesia Presbiteriana Asociada y Reformada, cuya responsabilidad eran porciones del estado de San Luis Potosí y del Norte del Estado de Veracruz (incluyendo Tampico).

7. La Iglesia Metodista Episcopal del Norte tenía como responsabilidad los estados de Guanajuato. Querétaro. Hidalgo, Tlaxcala y Puebla y porciones de los estados de México y Morelos.

8.  La Iglesia Presbiteriana del Norte, su responsabilidad eran los estados de Oaxaca, Chiapas. Tabasco, Campeche, Yucatán, la porción sur del estado de Veracruz y el territorio de Quintana Roo.


En relación con lo anterior hay que notar que en 1926, La Iglesia Reformada de América se hizo cargo del trabajo del presbiterio (y estado) de Chiapas entre los indígenas Chol y Tzeltal, con la anuencia de la Misión Presbiteriana del Norte y por invitación de la misma Iglesia Nacional.

lunes, 27 de octubre de 2014

Tiempo y espacio en la Iglesia de Cristo / Nahum Vega

Tiempo y espacio en la Iglesia de Cristo
 Nahum Vega

La iglesia nació en un modo de producción esclavista, se desarrollo en un modo de producción feudal, floreció en un modo de producción capitalista, sobrevivió  a un modo de producción socialista y permanecerá a cualquier otro modelo económico.
El sentido básico de existencia inicia con la ubicación, ¿dónde estoy?, por eso al reflexionar sobre la Iglesia de Cristo, partimos del tiempo y el espacio donde ha nacido y se desarrolla la Iglesia universal.

La Iglesia su surgimiento
La primera referencia a la iglesia en los evangelios se encuentra en los 3 sinópticos siendo el de Mateo el que abunda más al referir la pregunta de Jesús a sus discípulos en cuanto a quien era él.  El pasaje esta subtitulado por la versión Reina-Valera 1960 como “La confesión de Pedro”  en el capítulo 16. versos 13 al 20.

El pasaje nos lleva a una primera reflexión y es que puede haber ideas buenas y percepciones interesantes sobre la persona de Jesús pero que no necesariamente por populares que sean  son la realidad que Dios quiere mostrarnos.

Al profundizar encontramos en el vv. 18 la necesidad de hacer una exégesis sobre las palabras griegas: Pétros, “Piedra” y sobre esta pétra “roca” oikodomí̱so̱ “edificaré”  la ekkli̱sía 

Una manera de ver el pasaje a la luz de la historia de la iglesia es  que lo que está diciendo Jesús es “Pedro “piedra”, sobre tu confesión de fe (“roca” que no se moverá),  edificare mi asamblea. Es asi como la ekklisia surge como una asamblea basada sobre la verdad revelada de Dios para el hombre.

La Iglesia su desarrollo
Pablo menciona esta ekklisia como un organismo vivo 1 Co. 12. 27 y 28
“Ahora bien, ustedes son el cuerpo de Cristo, y cada uno de ustedes es un miembro con una función particular. En la iglesia Dios ha puesto, en primer lugar, apóstoles, luego profetas, y en tercer lugar, maestros…”
Durante los tres primeros siglos del desarrollo del cristianismo la ekklisia siempre se vio así misma como un organismo vivo, donde todos los miembros en una sinergia caminaba a un mismo lado dirigidos por la cabeza que ere Cristo. con un objetivo ser luz y sal de la tierra, eso les traería como consecuencia la persecución por parte del Imperio Romano.
En el año 313 se promulgó en Milán por el emperador Romano CONSTATINO el edicto por medio del cual se concedía la libertad de profesar el cristianismo, esto que podría tomarse como una victoria de la iglesia, en la práctica hizo del cristianismo una religión de estado, se hizo un organización que con el paso de los años asfixió al organismo vivo que es la ekklisia.
Por 1200 años la llevo a caminar a la par del mundo que estaba llamada a separase de él. El andamiaje que se tuvo que construir para mantener a la organización no permitía ver a la verdadera iglesia, que a penas era visible a través de pequeños destellos de espiritualidad, y servicio de alguno de los miembros de la religión oficial de estado, que paradójicamente fueron perseguidos por esta organización, por razones tales como leer el evangelio o vivir como los primeros cristianos en comunidad y fueron perseguidos, y el objetivo de la organización era desaparecerlos.  

La Iglesia su permanencia
Regresemos a Mt. 16.18 “…Y yo también te digo, que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella.” El umbral de muerte misma, la oscuridad y egoísmo de la  falta de trascendencia no tiene cabida en la ekklisia. En esos 1200 años que son una parte oscura de la iglesia, Dios tenía un remanente que está presente en la historia. No como de esta iglesia institucionalizada que los perseguía y ponía sobrenombres: evangélico, por leer el evangelio, hermanos, por vivir en comunión los unos con los otros.
Este era el remanente,  usando el termino de Pablo den Romanos 11 cuando habla de: “…lo que dice la Escritura acerca de Elías,  cuando dijo:  «Señor, han dado muerte a tus profetas, y han derribado tus altares. Sólo yo he quedado, y procuran matarme»?  ¿Y cuál fue la respuesta divina? «Me he reservado siete mil hombres, que no han doblado la rodilla delante de Baal.» De la misma manera, aun en este tiempo ha quedado un remanente escogido por gracia…”
Al inicio del siglo XVI, Dios levanta un hombre que dará voz a todo este remanente, Martín Lutero,  un 31 de octubre de 1517, al exponer sus 95 tesis, en las que hacía una invitación al debate para retomar el camino original de la iglesia.

Para Lutero, hay un detonante que le muestra que esta organización se ha alejado por completo de su origen, y es que al creerse dueña de los medios espirituales de Salvación. No tiene ningún freno para vender las indulgencias para satisfacer su propia necesidad egoísta de poder mundano.
Lutero hace un llamado para revisar la visión y misión de la Iglesia y retomar el camino original, por eso es conocido como el padre de la REFORMA religiosa del siglo XVI. su llamado era el VOLVER A LA FORMA ORIGINAL. Por eso los cristianos festejamos el mes de la reforma en octubre y el 31 de octubre   El día de la Reforma Religiosa.
Estas tesis 95, hacían notar la avaricia y mundanalidad  en que se encontraba el  cristianismo que cada vez más se alejaba de su forma origina, no era el objetivo forma una nueva religión, pero para la organización eclesiástica el era digno de muerte y persecución.
Con el tiempo Lutero al defender sus puntos de vista hace los postulados que sustentaras a la iglesia en este Re encuentro con su visión y misión original:

Postulados de la Reforma del siglo XVI  / fide /scripture /  Christus
Sólo la Fe salva y es capaz de realizar buenas obras. Toda buena obra debe nacer de la fe y ser ejecutada libremente por el cristiano con la sola búsqueda de amar a Dios y al prójimo.
Sólo la Biblia es la única norma de fe y conducta del cristiano, por ser la única considerada como Palabra de Dios, inspirada por el Espíritu Santo.
Sólo Jesucristo es el único Mediador entre Dios y el hombre.


miércoles, 22 de octubre de 2014

ZUINGLIO (ZWINGLI), ULRICO /monografía

ZUINGLIO  (ZWINGLI),  ULRICO
(1484-1531). La figura directriz en el movimiento de la Reforma en los cantones de habla alemana en Suiza. Zuinglio prendió la chispa de la Reforma en Suiza al mismo tiempo que Lutero lo hacía en Alemania. Esto es sólo el inicio del sorprendente paralelo que existe en las vidas y trayectorias de ambos reformadores: ambos nacieron en 1484; ambos procedían del pueblo común; ambos recibieron una esmerada educación; ambos fueron ordenados sacerdotes católicos; ambos admiraban la música y la poesía; ambos eran predicadores elocuentes; Lutero publicó en Alemania sus 95 tesis; Zuingli publicó en Suiza sus 67 artículos.
Sin embargo, existían también entre ambos diferencias no menos notables: la ruptura de Lutero con Roma fue lenta y gradual; la de Zuinglio fue rápida y fácil; Lutero llegó al climax de su fe tras una dolorosa crisis del alma; Zuinglio experimentó una progresiva conversión intelectual.

En sus 67 artículos Zuinglio expuso los puntos fundamentales de su credo doctrinal y las razones de su rompimiento con Roma. Puso énfasis en Cristo como único Salvador y Mediador, insistiendo en la supremacía de la Palabra de Dios sobre el sistema papal, el cual rechazaba. Luego de intensos y prolongados debates públicos, Zuinglio logró convencer a los magistrados de Zurich, quienes decidieron adoptar oficialmente las reformas propuestas con la aprobación de la opinión pública. Esto apunta a una diferencia más con Lutero: la reforma luterana fue llevada adelante con el apoyo de los príncipes; la reforma suiza se implanto por la voluntad del pueblo.
Fue casi inevitable que los dos grandes reformadores llegaran a chocar. La causa fue un punto de doctrina. Durante cinco años, de 1524 a 1529, Lutero y Zuinglio se enfrascaron en una controversia —por carta y finalmente cara a cara— sobre la cuestión de la presencia de Cristo en la Eucaristía. Lutero sostenía que esta presencia era real; Zuinglio que la Santa Cena tenía sólo un valor de conmemoración. Los puntos que discutieron fueron realmente quince. Estuvieron de acuerdo en todos menos en el de la eucaristía. La reunión terminó con una nota amarga: con lágrimas en los ojos, Zuinglio le tendió la diestra a Lutero, pero este rehusó estrechársela. De la misma manera, el movimiento suizo tendió a separarse cada vez más del luteranis-mo alemán, acabando por fusionarse

en la Iglesia Reformadora Calvinista. Hay un aspecto más de la vida de Zuinglio. El creía que el cristianismo debía tomar parte activa en los negocios públicos y nacionales. Como patriota militante había acompañado tres veces a las tropas suizas en incursiones a Italia. Cuando surgió un conflicto entre el cantón de Zurich y cinco cantones católicos que degeneró en contienda armada, Zuinglio se incorporó a las fuerzas protestantes y tomó parte en la pelea. Así fue como encontró la muerte combatiendo en la batalla de Kappel.

miércoles, 20 de agosto de 2014

LA VIDA DE LA IGLESIA HASTA EL AÑO 313 / Harry R. Boer

1.    EL CRISTIANO EN SU COMUNIDAD

Los cristianos vivían dentro del Imperio Romano más o menos en la misma forma que los cristianos de hoy en día. Trabajaban en granjas, oficinas, barcos, y toda clase de oficios y empleos. Tomaban parte en las actividades de la comunidad, excepto en aquellas que consideraban contrarias a su religión. Esto aparece muy claro en la carta escrita a un cierto Diogneto por un cristiano desconocido, probablemente entre los años 150 y 180. En ella se describe en una forma hermosa la unidad y las diferencias de los cristianos con la sociedad en la cual vivían.

Porque los cristianos no se distinguen del resto de la humanidad dentro de su país y sus costumbres. Porque no viven en ciudades aparte, no usan un lenguaje distinto, ni practican costumbres raras. Si bien ellos ... siguen las costumbres locales en el vestir y comer y el resto de su vida, la forma en que viven es maravillosa y digamos extraña.... toman parte en todo como ciudadanos, y lo soportan todo como extranjeros ... se casan como los demás, tienen hijos, pero no un lecho común... permanecen en la tierra, pero son ciudadanos del cielo....

Tertuliano, el teólogo de África del norte, que vivió entre 150 y 225, nos da una idea más amplia de cómo los cristianos diferían de sus vecinos no cristianos. En su Apología (es decir, defensa) del modo de vida de los cristianos, describe un culto de adoración. En el mismo se reciben donaciones de dinero, dice, pero este se da de acuerdo con la posibilidad de cada uno; no hay obligación, todo es voluntario. Luego prosigue:

Estas donaciones ... no se gastan en fiestas, ni en borracheras o comilonas, sino en sostener y enterrar a los pobres; en suplir las necesidades de los niños y niñas que no tienen medios de vida ni padres, y de ancianos confinados a sus casas; también de aquellos que han sufrido naufragio; y si hay algunos en las minas, o desterrados en las islas, o encerrados en prisiones únicamente por su fidelidad a la causa de la Iglesia de Dios, los tales son ayudados por los cristianos. Son los actos de amor tan noble los que mayormente llevan a muchos a poner una marca sobre nosotros. "Mirad —dicen— como se aman entre sí." [Apología, capítulo XXXIX]

2.    LOS CRISTIANOS Y LA VIDA PUBLICA

No era siempre fácil, sin embargo, ser un cristiano en el imperio.
En muchos aspectos los cristianos no podían realmente tomar parte en las actividades de su tiempo. Tenían buenas razones para abstenerse, pero sus vecinos no lo comprendían. Los cristianos no tomaban parte ni asistían a los espectáculos y diversiones públicas debido a que estos a menudo eran inmorales. Muchos se negaban a servir en el ejército. Se preguntaban si era correcto que un cristiano tomara parte en la guerra, y creían que no podían ofrecer sacrificios al emperador como era necesario que lo hicieran los soldados. Por la misma razón los cristianos no podían aceptar puestos en el gobierno. A menudo no querían enviar a sus niños a las escuelas públicas debido a que las lecciones incluían la enseñanza de la religión pagana. Andando el tiempo, como veremos, estas actitudes les atrajeron persecución. Un ejemplo de las dificultades que los cristianos tenían que confrontar dentro del imperio puede hallarse en la forma en que un personaje tan influyente como Tertuliano condenaba el servicio militar:

Debemos primeramente preguntarnos si la guerra es en realidad posible para el cristiano.... ¿Habrá de tomar parte en la batalla el hijo de paz, cuando ni aun es correcto para él llevar a juicio a otro ante la ley?... ¿Habrá de hacer guardia ante los templos a los cuales ha renunciado...? Luego ¿cuántas otras ofensas puede cometer al llevar a cabo sus tareas en el campamento...?

Al convertirse un soldado pagano, Tertuliano escribe, debe "abandonar inmediatamente" el servicio militar; si no lo hace, ofenderá a Dios. Lo mismo se aplica a las posiciones oficiales en el gobierno en general:

Deben rehusarse estos puestos para no caer en actos de pecado, o sufrir el martirio para librarnos de ellos.

No debe creerse que todos los cristianos tenían esta convicción y que actuaban tan estrictamente como Tertuliano. Es bien sabido que a fines del siglo dos había muchos cristianos, hombres jóvenes, en los ejércitos romanos. Probablemente había funcionarios cristianos en los muchos departamentos y oficinas de gobierno. No obstante, existía una actitud bien definida de separación en estos aspectos que caracterizaba a la comunidad cristiana en su totalidad.

3.   MATRIMONIO Y ESCLAVITUD

En ninguna esfera era la diferencia tan grande entre cristianos y paganos como en el matrimonio. El matrimonio estaba fuertemente protegido por la ley de monogamia. Esto no era difícil ya que en el mundo greco-romano la poligamia no era frecuente. El concubinato, sin embargo, era muy común y era contra esta forma de adulterio que la iglesia protegía el matrimonio. El divorcio en el imperio era fácil de obtener, y con respecto a esto la iglesia también adoptó una actitud muy estricta. Muchos creían que el hombre o mujer cuyo cónyuge fallecía no debía casarse otra vez. Es en vista de esto que donde nuestra Biblia, versión 1960, dice en I Timoteo 3:2,12 y Tito 1:6 que los obispos y diáconos deben ser "marido de una sola mujer", una de las versiones inglesas (Revised standard Version) dice: "casado solamente una vez".

Este énfasis sobre la monogamia y la continencia antes del matrimonio elevó la posición de la mujer en la sociedad. El mundo antiguo en general tenía un concepto muy bajo de la mujer. En ningún plano ha resultado el evangelio una fuerza tan poderosa y liberadora como en la del matrimonio y el hogar. Policarpo escribió a los filipenses que las esposas debían vivir en la fe que se les había dado, en amor y pureza, dedicándose a sus maridos con toda sinceridad y amando a todos por igual con perfecta castidad, y educando a sus hijos en el temor de Dios.

Hay un aspecto de gran importancia social en el cual el cristianismo fue remiso y no actuó con tanta rapidez: la esclavitud. No hay ninguna protesta clara contra ella en el Nuevo Testamento, y por mucho tiempo se aceptó como parte de la estructura social. Sin embargo, la posición del esclavo dentro del Imperio Romano a menudo difería notablemente de la de esclavos en otras regiones del mundo. Muchos de los maestros de niños y otros estudiantes mayores eran esclavos griegos instruidos. El esclavo podía ocupar una posición de confianza en la familia, en el comercio, y en el gobierno. El esclavo cristiano era considerado como un igual en la comunión de la iglesia. La carta de Pablo a Filemón indica el alto concepto en que se podía tener a un esclavo. No obstante, había también entre los cristianos abusos derivados del hecho de que un ser humano fuera propiedad de otro. Los sínodos y los concilios de la iglesia advertían contra el tratamiento injusto de los esclavos.

domingo, 17 de agosto de 2014

EL PECADO Y LA REDENCIÓN / Gerald Nyenhuis

EL AGENTE MORAL CRISTIANO EN LOS ESTADOS DEL PECADO Y LA REDENCIÓN
1. EN EL ESTADO DEL PECADO
Según el testimonio de la Biblia (confirmado en la experiencia humana), el desarrollo del hombre, hecho a la imagen divina, no ha sido gradual ni normal, una catástrofe trastornó su desarrollo moral. Esta catástrofe en la historia de la moralidad humana se conoce como "la caída", la primera entrada del pecado en la historia humana. A fin de que nuestra ética quede estrechamente relacionada con la vida del hombre, nos conviene entender la naturaleza del pecado.
A.   La naturaleza del pecado
Pecado es una palabra que rápidamente está perdiendo su sentido teológico en el vocabulario del hombre moderno. Si este todavía retiene el término, lo usa con acepciones nuevas y le quita su significado original.
En nuestro estudio del pecado debemos notar dos conceptos modernos muy comunes en cuanto a la naturaleza del pecado, y contrastarlos con el concepto cristiano.

1) El concepto naturalista-humanista.
La base de este concepto es, por supuesto, el punto de vista naturalista de la realidad. Tanto el hombre como el mundo se interpretan en términos de fuerzas naturales. La vida humana es, por consecuencia, un proceso de ajuste al ambiente que es esencialmente físico y biológico. Los factores espirituales de la vida son, en su esencia, mecánicos o biológicos. Desde este punto de vista el pecado no es más que un mal ajuste del ambiente; y el bien, según este concepto, es meramente lo más útil y lo mejor ajustado. En términos más humanistas, el pecado no es más que una desadaptación al ambiente social. Todo tipo de ética materialista se puede incluir en este concepto.

2) El concepto panteísta-especulativo.
Este es el concepto predilecto del pecado de los que aceptan un tipo idealista de la filosofía. Según ellos, el pecado es la falta de ver las
cosas en su totalidad, en su integridad. El pecador es el que ve las cosas parcialmente y fuera de su verdadera relación. El estado del pecado es igual a tener un punto de vista incompleto de la realidad. El pecado desaparecerá tan pronto como tengamos un punto de vista más comprensivo, algo que se logra con el cultivo intelectual. 

3)  El concepto cristiano y bíblico.
Ninguno de los dos conceptos mencionados arriba basta para expresar la verdadera naturaleza del pecado. Mientras podamos notar que los que tienen estos conceptos ven algo correcto en el pecado, sabremos que no tratan con el mismo según la perspectiva bíblica. El concepto cristiano y bíblico es muy diferente. Para los propósitos de este estudio no encontramos una expresión más correcta y más completa que la respuesta a la pregunta 14 del Catecismo Menor de Westminster: "El pecado es la falta de conformidad con la Ley de Dios y la transgresión de ella."
Esto involucra las siguientes características:
a. El pecado tiene "esencia" espiritual, es decir, pertenece, esencialmente, no a la esfera física, ni a la especulativa y filosófica (la mera racional) sino a la esfera moral.
b. El pecado es asunto de la voluntad; es una voluntad contra
otra.
c. El pecado es pecaminoso (en distinción de lo meramente
malo) en que es una violación de la voluntad de Dios. No se puede
entender lo que es el pecado y evitar una consideración de Dios.
d. El pecado implica una antítesis radical, una antítesis que no se
puede resolver en una síntesis sino que muestra un gran conflicto
moral. El mal no es meramente "el bien todavía por realizarse". El
pecado nunca puede desarrollarse en bien. El pecado queda relacionado antitéticamente con el bien. El hecho de que los planes de Dios
prevalecen, hasta invalidar el pecado y sus efectos en ciertos casos, no
nulifica lo pecaminoso del pecado. (Ejemplo será la historia de José
en Génesis.)
Además de estas cuatro características, que debemos acentuar hoy día en contra de los muchos conceptos erróneos actuales, la Biblia nos enseña que el pecado es universal; que es condición tanto como acción; y que ha corrompido toda la naturaleza humana (la depravación total).
B.  La influencia del pecado.
Podemos ver la influencia del pecado sobre el hombre como agente moral de tres perspectivas; las mismas que hemos examinado como las implicaciones morales de la naturaleza esencial del hombre: la de su verdadero fin o ideal, la de su libertad, y la de su conciencia.
1) La influencia del pecado en cuanto al fin, o ideal, verdadero del
hombre.
El hombre en el estado de pecado no ha perdido la idea de un fin o ideal. Mientras que no degenere en bruto puede concebir una meta para su vida. Pero cualquier concepto que tenga de su fin será un concepto torcido y tergiversado. Odia a Dios y, por tanto, el ideal de su vida no es ya el de hacer la voluntad de Dios. A veces hace lo que pueda parecer ser moralmente bueno, pero no lo hace para agradar a Dios, Todo su esfuerzo es para beneficio propio, o, si es más altruista, para mejorar ciertas condiciones sociales en beneficio de la "humanidad". El ideal teocéntrico de la vida, que le orientaba en su estado original, está completamente ausente.
2) La influencia del pecado sobre la libertad humana.
Anteriormente hemos visto que con referencia a la voluntad podemos hablar de tres tipos de libertad: El sicológico, el teológico, y el moral. Este último es el más importante para nuestro estudio pues está relacionado con la capacidad humana de alcanzar su verdadero fin. El primer tipo de libertad no está afectado, sino en sentido indirecto, por la caída del hombre en el pecado. El hombre sigue siendo libre ya que sus actos no son resultado de fuerzas puramente naturales. Sigue actuando como ser racional-moral. El segundo tipo de libertad tampoco está modificado por el pecado. El hombre es libre pues que no está obligado a actuar por voluntad ajena, ni aun la de Dios. Pero la libertad en el tercer sentido sí está perdida. Y este es el sentido en que los teólogos suelen hablar de la libertad de la voluntad. Debido a su caída en el pecado el hombre ya no tiene facultad de escoger y vivir según su verdadero propósito, su summun bonum, la voluntad de Dios. El estado de posse non peccare se ha cambiado en el de non posse non peccare. El hombre en el estado de pecado siempre es esclavo del pecado. Vive en la servidumbre. Es cierto que en un sentido puede hacer algo de lo relativamente bueno, lo que nuestros antepasados teológicos llamaban "bienes cívicos", pero esto es el resultado de la bondad común (se refiere a la actitud bondadosa de Dios hacia el hombre cual hombre, sin que resulte necesariamente en su salvación); esta actitud de Dios que restringe el pecado es lo que algunos llaman la "gracia común". El hombre no puede hacer lo bueno en el sentido más profundo, en el sentido verdadero: lo que es bueno ante Dios. Lo que escoge el hombre en el estado de pecado siempre está de acuerdo con los principios y el poder del pecado, e invariablemente conduce a una vida de enajenamiento y enemistad contra Dios.
3) La influencia del pecado en cuanto a la conciencia humana.
La caída en el pecado no borra el carácter moral del hombre. Este
sigue siendo un ser moral. El hombre no perdió la conciencia. Todo lo que hemos dicho sobre la conciencia se puede aplicar también a
la conciencia en el estado de pecado. Pero seguramente la conciencia ha sido afectada por el pecado, y esto en dos sentidos:
a. El conocimiento de la norma con que la conciencia juzga y
regula la conducta humana está pervertido y, por tanto, en su ejercicio
la conciencia está equivocada. El sentido de lo recto y lo equivocado
está tergiversado. Aunque varía de individuo a individuo, fundamental
mente la perversión es total en todos, porque la voluntad de Dios ya
no es su norma. La perversión total quiere decir que la totalidad del
hombre está pervertida, no que el grado de su perversión sea el
máximo posible.
b. La sensibilidad de la conciencia para discernir el mal se ha
debilitado, aunque el grado de debilidad varía también de individuo a
individuo. Por lo demás, la conciencia se encuentra en cada ser hu
mano, y sigue funcionando también en el estado de pecado.

II. EN EL ESTADO DE REDENCIÓN
El principio y el fin del sistema cristiano de la verdad es Dios; pero el mero centro del sistema cristiano es la redención en y por Cristo. El aspecto soteriológico de la verdad cristiana tiene por ello gran significación para la ética cristiana. Es precisamente por esto que tenemos la doctrina de la redención como un supuesto de la vida moral cristiana. La soteriología tiene dos fases: la objetiva y la subjetiva. La primera habla de la redención realizada en Cristo; la segunda trata de la redención aplicada por el Espíritu Santo al corazón del creyente. La doctrina básica de la fase objetiva es la regeneración.
A. La fase objetiva de la soterología en cuanto a la ética, o las implicaciones éticas de la redención
Se puede resumir de la siguiente manera:
1) El pecado humano es perdonable porque es esencialmente la violación de la voluntad de Dios. Tratamos aquí la posibilidad del perdón hasta donde esta posibilidad sea determinada por la naturaleza moral del pecado. El pecado no es elemento constituyente de la realidad en sí. Es decir, no pertenece a la constitución de las cosas. Si fuera necesario, o esencial, a la existencia finita del hombre, la redención no sería posible. O sea, el pecado no es parte de la esencia del hombre, creado a la imagen de Dios. (En tal caso, por supuesto, tampoco hubiera sido posible la caída, porque el pecado hubiera comenzado con la existencia del hombre finito.) Desde este punto de vista la única "salvación" posible al hombre habría sido su propia destrucción como ser finito, y dejaría de ser hombre. Es precisamente esto lo que se enseña en algunas soteriologías contemporáneas. Dicen que el pecado es inherente a la constitución finita de las cosas.
La salvación humana se logra al dejar la existencia finita para sumergirse en el océano del Gran Todo. (Nirvana es precisamente esto.) ¡Cuan diferente del verdadero cielo!
2) El pecado humano, siendo violación de la santa voluntad de
Dios, no es perdonable sin que haya una satisfacción moral. El pe
cado, ya descrito arriba, hace que la reconciliación entre Dios y el
hombre se efectúe solamente al quitar la ofensa que forma una bar
rera moral y destruye la comunión entre el hombre y su Dios. Se ha
violado la santa voluntad de Dios y, aparte de una satisfacción, no hay
reconciliación. Dios no descarta su santa y perfecta voluntad.
Se puede objetar: Pero un padre humano puede hacer esto; ¿no puede hacer Dios lo mismo que hace un padre humano?
Respondemos: En cuanto la rotura de las relaciones entre un padre y su hijo sea personal entre los dos, una reconciliación entre ellos es posible. Pero Dios está en relación cósmica con la humanidad. El pecado tiene implicaciones cósmicas tocante a toda la humanidad. Hasta no satisfacer la ofensa de la humanidad contra su Dios, el pecado no es perdonable. Perdonarle sin satisfacción sería una nulificación de la santa y perfecta voluntad de Dios.
3) El sacrificio infinito de Jesucristo ha dado satisfacción por el
pecado del hombre y por este sacrificio la barrera entre el hombre y
Dios está, en principio, quitada. Calvario, la revelación del misterio de
la redención, es la redención cósmica de Dios, según su propia
voluntad. De esta manera se ha dado satisfacción a la justicia, y el
amor abrió paso hacia una nueva humanidad en Cristo.
B. La fase subjetiva de la soteriología en cuanto a la ética, o las implicaciones éticas de la redención
Nada menos que un cambio radical (radix raíz) en el alma humana se requiere para que esta conozca y sirva verdaderamente a Dios. Se necesita la redención, y no meramente el desarrollo de algunas capacidades inherentes al hombre (el ideal de los paganos griegos). Esto se logra, según la clara enseñanza de la Escritura, por la operación del Espíritu Santo. El hombre es transformado en kainee ktsis, una criatura nueva (2da. Co. 5:17). Se quiere decir con esto que lo más profundo de su naturaleza está transformada; sus sentimientos están radicalmente cambiados; su vida tiene una nueva dirección: hacia Dios.
El bendito resultado que es la personalidad regenerada es el agente moral cristiano, es decir, el sujeto (el agens, actor) de la vida moral que estudiamos en la ética cristiana. Anteriormente hemos visto a tal agente bajo dos aspectos diferentes; ahora lo vemos desde un tercer y definitivo punto de vista. Hemos visto las implicaciones éticas de la doctrina de la creación del hombre; hemos considerado las implicaciones éticas de la doctrina de la caída y el pecado; pero ahora nos dirigimos a investigar las implicaciones éticas de la redención del hombre.
1) La redención y la libertad de la voluntad.
Cuando la vida nueva esté implantada en el hombre, el creyente quedará restaurado a su verdadera libertad: la libertad espiritual. Nuevamente puede escoger el bien. Su servidumbre al pecado queda anulada. Los impulsos más profundos de su corazón regenerado le empujan hacia el bien. Para el redimido, el hacer la voluntad de Dios es comida y bebida, y disfruta ya la libertad de los hijos de Dios. El significado de esta libertad se enseña en muchas partes de la Biblia, como, por ejemplo, en Juan 8:32-34; Romanos 8:2 (véase también Ro. 6:16-23); Santiago 1:25; 2:12.
2) La regeneración y el verdadero fin del hombre, su ideal.
El hombre regenerado tiene una nueva perspectiva hacia toda la vida. Ha redescubierto el verdadero fin de toda existencia. Su ideal otra vez es el verdadero, el original, el teocéntrico, el ideal de glorificar a Dios. El que odiaba a Dios, ahora lo ama; y esto implica la recuperación del ideal verdadero de la vida.
3) La regeneración y la conciencia.
Hemos notado anteriormente, al considerar la conciencia, que el hombre, a pesar de su pecado, no había perdido su conciencia. Pero su concepción de la norma, de acuerdo con la cual una conciencia rinde juicio, está torcida. Además, es muy poco sensible al pecado. Pero, ahora, en el proceso de la santificación, que comienza con la regeneración, la conciencia del creyente está sujeta a una doble influencia.
Primero, su conocimiento de la verdadera norma, de lo correcto y lo equivocado, está restaurado. Ello, en cuanto a su conciencia, es un proceso gradual, es decir, el creyente progresivamente se apropia, hace suyas, a través de la aplicación de la Palabra a su conciencia, nuevas normas e ideales para su nueva vida. La base objetiva de la norma es la voluntad de Dios revelada en la Biblia. Por supuesto, se da por sentado que se eduque la conciencia regenerada. Hay que adiestrarla y disciplinarla constantemente, aplicándole la norma objetiva de la voluntad revelada de Dios. El progreso en la santificación es crecer en saber y hacer la voluntad de Dios. De acuerdo con su progreso, el hacer la voluntad de Dios se constituye en una "segunda naturaleza" para el creyente. De esta manera la conciencia cristiana gradualmente asimila la norma objetiva moral. La norma de la conciencia asciende progresivamente hacia el nivel del ideal objetivamente revelado.
Segundo, la influencia de la regeneración en la conciencia es tal que la hace progresivamente más sensible a fin de que responda en su debida manera.



sábado, 2 de agosto de 2014

LOS PADRES APOSTÓLICOS / Harry R. Boer

LOS PADRES APOSTÓLICOS (PADRES DE LA IGLESIA)

Fragmento de:
Historia de la iglesia
(iglesias primitiva a. d. 1  787)

Harry R. Boer

Hacia fines del primer siglo y durante la primera mitad del segundo aparecieron en la iglesia varios escritos cristianos muy importantes. Sus autores se conocen con el nombre de los Padres Apostólicos (los Padres de la Iglesia). Se les dio este nombre porque la iglesia los consideraba como discípulos de los apóstoles. Los padres en cuestión -y el lugar y fecha de sus escritos— son los siguientes: Clemente de Roma (95), Ignacio de Antioquía (110-117), Policarpo de Esmirna (117-118), Bernabé, probablemente de Alejandría (130), Hermas de Roma (100), y Papías de Hierápolis en Frigia (140). Entre los escritos de estos padres se encuentra un manual de instrucción cristiana titulado "Las enseñanzas de los doce apóstoles", mejor conocido como el Didache (o enseñanza) escrito quizá en Siria alrededor del año 100.
Las cartas de Clemente y Policarpo son en cierto modo similares. Ambas fueron dirigidas a iglesias donde había dificultades. Un grupo en la iglesia de Corinto se había rebelado contra los ancianos y los había depuesto. Clemente escribió desde Roma rogándoles que repusieran a los ancianos en sus cargos y abogando por la unidad en la iglesia. En Filipo había celos y discordia en la iglesia, y Policarpo les escribió desde Esmirna para ayudar a restablecer la unidad de los hermanos.
El tema central de las cartas de Ignacio es la unidad de la iglesia y la autoridad del obispo. Algunos ejemplos de sus consejos son: "Presten atención al obispo y a la junta de ancianos y diáconos." "No hagan nada sin el obispo..." "Todos ustedes deben seguir al obispo como Jesucristo siguió al Padre..." "Que ninguno haga nada que tenga que ver con la iglesia sin el obispo..."
El pastor de Hermas es el más extenso de los escritos aquí mencionados. Consiste en visiones, mandamientos celestiales, y muchas parábolas de la vida cristiana. Su tema principal es el arrepentimiento que conduce al bautismo. En el bautismo todos los pecados pasados son perdonados. Después del bautismo es posible arrepentirse del pecado y ser perdonado sólo una vez más. Probablemente se refería a pecados mayores, lo que hoy en día la Iglesia Católico-romana llama "pecado mortal". En relación con este tema hay en el libro un énfasis constante sobre la vida santa.
La carta de Bernabé trata sobre lo que él entiende es el Antiguo Testamento. Lo convierte en su totalidad en un libro cristiano al interpretarlo figurativamente. Un ejemplo de esto lo
tenemos en su interpretación de la enseñanza del Antiguo Testamento concerniente a la diferencia entre los animales limpios e inmundos. Los animales que rumian y tienen pezuña hendida son limpios, dice el Antiguo Testamento. Son limpios porque rumian su alimento y tienen pezuña dividida. ¿Por qué? Bernabé explica que aquellos que piensan continuamente en la Palabra de Dios y en cosas santas (es decir "rumian") y que viven en este mundo pero al mismo tiempo miran con expectación hacia la nueva vida (es decir las dos partes de la pezuña) agradan a Dios (es decir son limpios).
El Didache, como se ha dicho, es un manual de enseñanza cristiana que trata de tres asuntos. El primero es la diferencia entre el camino de la vida y el camino de la muerte. Describe con cierta amplitud el camino de la vida al establecer la forma en que los cristianos deberían vivir. Esto lo hace gráficamente por medio de ilustraciones difíciles de olvidar: "No extendáis vuestras manos para recibir, y luego las cerréis cuando debéis dar." El camino de la muerte se conoce por la mala conducta de aquellos que andan en él. Luego hay algunas instrucciones para la adoración cristiana, y finalmente indicaciones interesantes de cómo distinguir entre un falso profeta y uno verdadero: "Cualquiera que dice en el espíritu, 'Dadme dinero', o algo parecido, no le escuchéis, pero si os dice que deis a otros que están necesitados, que ninguno le juzgue."

El último, y también de menor importancia, es Papías. Todo lo que queda de sus escritos son algunos fragmentos inconexos, trece en total, que pueden llenar ocho páginas aproximadamente de un libro corriente. El valor de estos fragmentos es mayormente histórico. El segundo en extensión sin embargo tiene un interés especial porque arroja luz sobre las ideas que los primeros cristianos tenían sobre el reino venidero de Cristo: "Vienen los días cuando las viñas arrojarán diez mil retoños cada una, y diez mil ramas en cada retoño, y diez mil ramitas en cada rama, y diez mil racimos en cada ramita, y diez mil uvas en cada racimo, y cada uva al ser exprimida rendirá veinticinco jarras de vino."

martes, 3 de junio de 2014

La perspectiva bíblica de la historia, desde la providencia divina /Nahum Vega

                                      Nahum Vega Maldonado

“La historia es central para la fe cristiana, porque es en la arena del tiempo y los acontecimientos humanos donde se desarrolla el plan redentor de Dios y el entendimiento de su Reino”. Pablo A. Deiros

PROLEGÓMENO:
Percibirnos a nosotros, en un lugar y un tiempo es estar conscientes de la historia y de nuestras propias historias. Sabernos así; nos permite preguntarnos, ¿por qué estoy aquí? Una respuesta concreta desde la teología podría ser: por la misericordia de Dios, por la gracia de Dios, y por la providencia de Dios. De las tres respuestas posiblemente la menos discutida y enseñada sea: la providencia de Dios.

Si definimos la providencia de Dios como: Dios obra su soberana voluntad en todos y todas las cosas y en todos los acontecimientos para cumplir su propósito. Tenemos que decir que Dios es el señor de la historia y los hombres solo hacemos nuestras propias narrativas de los acontecimientos, a esto es lo que llamamos “nuestras historias”, en la presente reflexión.

Además de que podemos distinguir la historia de todos y nuestra particular e individual historia, donde Dios esta en control cumpliendo su propósito. Para ejemplificar lo antes dicho, veamos la historia y las historias en el Antiguo testamento en relación a la providencia de Dios; luego la historia y las historias en el Nuevo testamento, y por último la historia y nuestras propias historias en la actualidad que es desde donde hacemos la hermenéutica de la Providencia de Dios.



1. La historia y las historias en el Antiguo testamento

1.1 En la narrativa de Moisés.

La primera revelación amplia del Creador al hombre se da en las historias de un hombre Moshe, su historia pasa muy rápido en los primeros 2 capítulos del Éxodo pero el capítulo 3 irrumpe en sus historias… y Dios en control de la historia.

Moisés cuidaba las ovejas de Jetro, su suegro, que era sacerdote de Madián, y un día llevó las ovejas a través del desierto y llegó hasta Horeb, el monte de Dios.  Allí, el ángel del Señor se le apareció en medio de una zarza envuelta en fuego. Moisés miró, y vio que la zarza ardía en el fuego, pero no se consumía. Entonces dijo: «Voy a ir y ver esta grande visión, por qué es que la zarza no se quema.»

El Señor vio que Moisés iba a ver la zarza, así que desde la zarza lo llamó y le dijo:
«¡Moisés, Moisés!» Y él respondió: «Aquí estoy.»El Señor le dijo: «No te acerques. Quítate el calzado de tus pies, porque el lugar donde ahora estás es tierra santa.»Y también dijo: «Yo soy el Dios de tu padre. Soy el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob.»
Entonces Moisés cubrió su rostro, porque tuvo miedo de mirar a Dios. 
Luego el Señor dijo:«He visto muy bien la aflicción de mi pueblo que está en Egipto. He oído su clamor por causa de sus explotadores. He sabido de sus angustias, y he descendido para librarlos de manos de los egipcios y sacarlos de esa tierra….

Posiblemente Moisés tendría muchas historias y sus narrativas tenían que ver con su realidad, soy tartamudo, posiblemente por su mente pasaron las palabras que le diría al pueblo. Ya no recordaba su propio idioma, eran muchos años sin contacto con su gente y las palabras no saldrían. Es posible que sus amigos y personas que le conocían ya no estuvieran.

La respuesta de Dios es: en mi providencia yo me hago responsable de la historia:ya en el capítulo 4. 11 ¿Y quién le dio la boca al hombre? ¿O quién hizo al mudo y al sordo, o al que ve y al que no ve? ¿Acaso no soy yo el Señor? 

Ahora vemos que Dios irrumpe en la narrativa de los hombres con su historia de poder y prodigios. y el se hace responsable de esta historia.


1.2 En la narrativa de José.

Otro ejemplo magnifico de las historias, es la de un hombre: Yoshe Benyacob, vemos la intervención divina para hacer de las cosas difíciles de una vida, la Historia de Dios. Retrocedamos unas cuantas hojas en la Biblia para saber de estas historias.

Génesis 37.2
Ésta es una de las historias de la familia de Jacob: José tenía diecisiete años de edad, y apacentaba las ovejas con sus hermanos. 

La humanidad es narradora de sus historias, desde siempre y en todas las culturas está presente la narración como forma de contarnos a nosotros mismos como somos y de donde venimos. La narración de la vida de José es extraordinaria no importando lo que le ha pasado; ser vendido por sus propios hermanos, calumniado por la esposa de su jefe, olvidado por su familia y amigos. Él puede re escribir su vida y la nueva narrativa es dentro de lo que Dios quiere; dentro de la Historia de Dios.

2. La historia y las historias en el Nuevo testamento

2.1 Jesucristo el Señor de la historia.

El tiempo donde la voz profética de Dios no estuvo presente entre su pueblo debió ser un tiempo donde muchas historias tuvieron lugar, donde se trato de aprender de la historia y se reflexionó sobre el apego a la ley de Dios. El Nuevo Testamento tiene sus raíces muy profundas en la Historia que Dios  dio a conocer en el pasado y la nueva Historia que iniciaría a contar.

A Pablo de toca expresarlo en una sola oración a través de la revelación divina:
Gálatas 4.4 y 5
Pero cuando se cumplió el tiempo señalado, Dios envió a su Hijo, que nació de una mujer y sujeto a la ley, para que redimiera a los que estaban sujetos a la ley, a fin de que recibiéramos la adopción de hijos.

La historia de Dios en cuanto a la Ley tenía un propósito y era mostrarnos cuan esclavos y dependientes somos del pecado y que la nueva Historia de Dios se llama volvernos a comprar.  Es pues la Redención la Historia sobre la cual vivimos de aquí en adelante nuestras propias y me parece muy particulares narrativas están escritas dentro del propósito del Señor.

2.2 En la narrativa de Pablo

Sin lugar a duda una de las narrativas más interesantes del nuevo testamento es la de Pablo el apóstol a los gentiles, su formación es en el pensamiento mas estricto en cuanto al cumplimiento a los mandamientos. 
Así se los dice a los filipenses en el capitulo 3. 4 al 6
Aunque también yo tengo de qué confiar en la carne. Si alguno piensa que tiene de qué confiar en la carne, yo más:  fui circuncidado al octavo día, y soy del linaje de Israel, de la tribu de Benjamín; soy hebreo de hebreos y, en cuanto a la ley, fariseo;  en cuanto a celo, perseguidor de la iglesia; en cuanto a la justicia que se basa en la ley, irreprensible.

Estas eran sus propias historias, su narrativa de la vida
pero por la gracia cambió está confianza de tratar de conocer a ser conocido en la Historia de Dios.

3. La historia y las historias en nuestras propias vidas.

3.1. Nuestras propias historias frente  las historias de Dios

El historiador y sociólogo Jean Pierre Bastian autor de varios libros sobre la historia del protestantismo en México, entre ellos cabe destacar el publicado por el Fondo de Cultura Económica. LOS DISIDENTES. Sociedades protestantes y revolución en México, 1872-1911.

Bastian en alguna conferencia dijo que El cristianismo nació en un sistema de producción esclavista, paso al sistema de producción feudal, se desarrollo en el sistema de producción capitalista y ha sabido sobre vivir al sistema de producción socialista.

Porque la Historia de Dios está más allá de las historias de los hombres. Y aún cuando un nuevo sistema de producción llegara. Dios y su historia estará cumpliendo su propósito.

A finales del siglo pasado después de muchos años de que en el Estado mexicano de Jalisco viviera bajo un solo partido político que simple ganaba las elecciones para gobernador, y debido a una catástrofe por un mal cuidado en el drenaje de la ciudad y la filtración de combustible, había la posibilidad que un partido de otro color llegara a gobernar. Para algunos cristianos y así me lo dijeron en su momento fue de gran temor ya que ese partido se le asociaba a la jerarquía Católica.
A mi me parecía que ese temor era principalmente por la falta de comprensión de lo que es nuestras historias y que es la historia de Dios. La providencia divina. Saber que pase lo que pase él en su soberana voluntad cumplirá su propósito.

COLOFÓN:
Mis historias personales, el porqué mis padres migraron a la ciudad capital del país a mediados del siglo pasado, el porqué se conocieron en la iglesia donde asistían, el cómo ese pastor se intereso por darnos teología a un grupo de adolescentes y trajo un amigo de la iglesia reformada y abrió un hambre por lo teológico, luego como a la iglesia donde mis papás regresan en provincia y yo con ellos y mi familia recién formada me incorporo en un seminario a distancia para estudiar y al terminar mis estudios, el porqué conozco a un misionero que me abre el panorama de hacer hermenéutica desde mi propio contexto….
pongo sólo las hebras dejo de lado los muchos nudos en mi vida. 


En fin, es como ver las hebras en el botado de la abuela que solo vemos la parte de abajo, Pero Dios tiene mis historias y tus historias por la parte donde sabe que todo va a un propósito, y debemos estar muy agradecidos por sabernos dentro del plan de Dios y estar en la providencia de Dios y aun cuando…..   

              “ahora vemos con opacidad, como a través de un espejo, pero en aquel día veremos cara a cara; ahora conozco en parte, pero en aquel día conoceré tal y como soy conocido”. 

1 Corintios 13.12

sábado, 31 de mayo de 2014

Compromiso y Misión / Orlando Costas

Orlando Costas

Capítulo 5
La misión como 
crecimiento integral

“LA IGLESIA existe por la misión como el fuego por la combustión”, dijo el finado Emil Brunner. Es interesante saber que en la Biblia la imagen del fuego se asocia con la acción dinámica del Espíritu Santo. Es así como Juan el Bautista les dice a los discípulos, “Yo los bautizo con agua. . . pero el que viene detrás de mí. . . los va a bautizar con Espíritu Santo y fuego” (Mateo 3:11). Y el día de Pentecostés, según se nos dice, aparecieron sobre los discípulos lenguas como de fuego (Hechos 2:3).
En el Nuevo Testamento, la acción del Espíritu Santo se orienta siempre hacia el crecimiento. Esto queda clara-mente demostrado en el libro de los Hechos, donde él se presenta en una actividad expansiva, desde el aposento alto, a Samaría, a Jafa, a Antioquía, a Macedonia y a Roma. La iglesia, que bajo la acción del Espíritu Santo nace y se mantiene viva, queda atrapada en la continua actividad del Espíritu. Por lo tanto, un signo fundamental de la iglesia es su participación en la acción expansiva del Espíritu Santo.

Dios quiere y espera que su iglesia crezca, pero no cojeando, ni anímicamente, ni anormalmente. Quiere que su iglesia crezca en anchura, numéricamente, como comunidad apostólica. Quiere que su iglesia crezca en profundidad, vivencialmente, orgánica y conceptualmente, como comunidad de adoración y de nutrición. Quiere que su iglesia crezca en altura, como modelo viviente y visible, como signo del nuevo orden de vida introducido por Jesucristo que está desafiando a las potestades y principados de este mundo. En el curso del presente capítulo quiero concentrar la mira en esos tres aspectos del crecimiento eclesial.....