viernes, 31 de octubre de 2014

Monografía de Don GONZALO BAEZ CAMARGO


Monografía de Don GONZALO BAEZ CAMARGO          

Don Gonzalo nació en Oaxaca, Oax. el 13 de noviembre de 1899. De su vida podemos decir lo siguiente.
       
Estudios escolares: Primaria: “Benito Juárez” Oaxaca, Oax.; Secundaria y Normal: Instituto Metodista Mexicano (hoy Instituto Mexicano Madero) Puebla, Pue.; Profesor Normalista: Escuela Normal del Estado de Puebla, Puebla Pue.; Licenciado en Teología: Seminario Evangélico Unido, México, D.F.; Licenciado en Filosofía: Escuela de Altos Estudios (hoy Facultad de Filosofía y Letras UNAM) México, D.F.; Doctor en Humanidades: St. Paul´s University, Tokio Japón; Doctor en Letras Humanísticas: Southern Methodist University; Doctor en Humanidades: Instituto Internacional de Estudios Superiores.
Miembro de Número de la Real Academia de la Lengua Española. Miembro de Número de la Academia Nacional de Historia Y Geografía.
Oficial Subteniente de la Brigada “Zaragoza”, Segunda División de Oriente, Cuerpo de Ejército de Oriente, Ejército Constitucionalista de 1915-1916.

Pastor Ayudante de Iglesia Metodista “La Santísima Trinidad” de México, D.F. 1927-1929.

Director del Instituto Mexicano Madero, 1929-1931.

En 1928-1929 editorialista del periódico La Opinión de Puebla y desde 1929 hasta 1983, editorialista del periódico Excélsior de la ciudad de México escribiendo 3 columnas: “El Pulso de los Tiempos”, “Libros de Nuestros Tiempos “ y “Bibliogramas” utilizando el pseudónimo de Pedro Gringoire.

De 1931 a 1946 fue Gerente General de Casa Unida de Publicaciones (CUPSA) y corresponsal de la Revista “The Christian Century” de 1941 a 1964. Presidente de la Cámara Mexicana del Libro en 1944-45, Catedrático de Literatura y Periodismo en la Escuela de Periodismo “Carlos Septién García” y del curso “Cervantes y el Quijote” en el Depto. Internacional de la Universidad Iberoamericana. De Hebreo y Griego y otras materias de Temas Teológicos en diversos Seminarios Teológicos en México, Latino América, Estados Unidos, Europa y Asia.

De 1946 a 1960 fue Secretario del Comité en Cooperación de Literatura para América Latina por el Concilio Mundial de Iglesias, siendo autor del conocido Curso Hispanoamericano para Escuelas Dominicales entre muchas otras publicaciones de corte evangélico.

En 1929 fue Presidente del Congreso Protestante en la Habana, Cuba y autor del informe final: “Hacia la Renovación Religiosa en Hispanoamérica” (CUPSA) y Secretario del Concilio Nacional de Iglesias Evangélicas de la Republica Mexicana.

De 1958 a 1960 fue jefe de redacción del periódico “El Heraldo de México”, colaboró en diversas épocas en Revistas como: Alborada, Guirnalda, El Abogado Cristiano, El Mundo Cristiano, El Evangelista Mexicano,  El Faro, Libertad, Ferronales, Rumbo, Eusko-Deya, Cuadernos Americanos, Foro Internacional, Historia Mexicana, Ábside, Tribuna Israelita, Horizontes, Germinal, La Revista Evangélica, Tiempo, World Dominion, La Nueva Democracia, Nueva Senda, Christian Century, Enciclopedia Británica.

Fundador y Director Gerente de la Revista Luminar de 1937-1951, Revista trimestral de filosofía, letras y filosofía de la religión de la que se publicaron 37 números y varias tiradas aparte.

Miembro del cuerpo de traductores de Sociedades Bíblicas Unidas, colaboró como consultor en la revisión de la Versión Reina Valera 1960, en la traducción de la Versión “Dios Habla Hoy” y conjuntamente con el Dr. Alfonso Lloreda en la traducción completa de la Biblia “Nuevo Milenio” editada por Trillas en el 2000; colaboró en otras importantes versiones de la Biblia Hispanas y Españolas.  Socio Fundador de la Sociedad Bíblica de México de la que fue Presidente de su Junta de Directores. Fuerte apoyo para el ingreso del Instituto Lingüístico de Verano a México durante el Gobierno del Gral. Lázaro Cárdenas.

 Por su obra escrita y reconocido prestigio, Gonzalo Báez-Camargo fue hecho miembro de la Academia Na­cional de Historia y Geografía y de la Academia Mexi­cana de la Lengua. A esta última ingresó en 1981 ocu­pando la silla que dejara vacía el escri­tor Salvador Novo. Su trabajo de ingreso a la aca­demia fue sobre “El concepto de la mujer y el amor en don Qui­jote”

Murió en la Ciudad de México el 31 de agosto de 1983.


GONZALO BAEZ CAMARGO COMO TEÓLOGO. Del escrito de René Padilla.

Una insaldable deuda espiritual.- En su ensayo Genio y espíritu del metodismo wesleyano Báez Camargo muestra las raíces teológicas e históricas del compromiso evangélico de su pensamiento y convicción, incluyendo su dimensión social. Se define a sí mismo como “un metodista de tercera generación en México”, y dice tener “una insaldable deuda espiritual” con el metodismo y su ensayo hace honor a los valores espirituales de esa herencia metodista. En dicho ensayo, hace un profundo estudio de las raíces mismas del metodismo que, provisto de “una teología de gracia experimentada” corrigió los problemas creados por el dogmatismo intelectualista y sirvió de medio para que miles de personas conocieran a Jesucristo como una realidad presente. Habla de un avivamiento desbordante de “entusiasmo racional” que alcanzaba inclusive a la gente humilde y de “su piedad ilustrada” en contraste con el oscurantismo de quienes se oponían al progreso de la ciencia y los conocimientos humanos en nombre de la fe cristiana.
En otro capítulo del valioso ensayo sobre la herencia metodista: “Una evangelización revolucionaria” ilustra su preocupación por una misión integral que no permitía la artificial separación entre el “evangelismo personal” y el “evangelismo social”. Para él, quienes  contraponen la regeneración de individuos y la reforma social tienen un evangelio trunco.

         Otro libro que revela el profundo espíritu evangélico de Don Gonzalo catalogado como “Sermones Laicos”: Las Manos de Cristo, es un compendio de artículos publicados en su columna editorial del diario Excélsior cumplieron con su anhelo de compartir el evangelio en un lenguaje de todos los días en una publicación de circulación nacional y en los cuales, a lo largo de diecinueve capítulos va cobrando forma la figura de Jesucristo, vestido en elegante prosa.

         Don Gonzalo nos sorprende con amplia gama de títulos para referirse a Jesucristo. Divino Carpintero, Varón de Dolores, Luz, Proletario de Nazaret, Pobre y Amigo de los pobres, Divino Camarada, Nuestro Señor del Látigo, Soliviantador Espiritual de los de abajo, Divino Perseguido, Cristo del Silencio, Espíritu universal y eterno, Héroe del Sufrimiento, Supremo Amador, el Justo, Profeta del Nuevo Orden, Muerto y Resucitado del Calvario, Peregrino de Emaús. Uno de los temas que se reiteran lo largo de todos esos artículos editoriales es el de los sufrimientos de Cristo. Para él, Dios se revela preeminentemente en el Cristo del Calvario “el Cristo de las manos traspasadas” porque es “un Dios que sufre…cuyas lágrimas se mezclan, en simpatía, con las nuestras”. Esto no niega el triunfo de la resurrección: lo que niega es que el Dios que se manifiesta en Jesucristo sea un ser impasible frente al sufrimiento humano. Por el contrario, él es el Dios que se compromete con la situación humana, el Dios que sufre por sus hijos, el Dios que a través del amor convierte el sufrimiento en “potencia redentora y fuente de vida eterna”. “Dios no sería perfecto si no fuese capaz de sufrir”, puesto que, “el verdadero amor es siempre amor que sufre y, porque sufre, redime”. Desde esta perspectiva, no hay lugar para el triunfalismo superficial que los cristianos adoptan a veces en su relación con la sociedad secular, sin Dios y sin esperanza. El único triunfo que reconoce el Evangelio es el triunfo del Mesías crucificado, el Cristo que “escogió la cruz, porque la cruz es el amor, hecho terrible en la sublimidad del sacrificio. Y el amor reclama amor. Y el corazón del hombre sólo se regenera por el amor”.

         Décadas antes de la “cristología de la liberación” de los Boff y los Sobrino, Gonzalo Báez Camargo subraya la identificación de Jesucristo con los pobres: interpreta tal “opción por los pobres” como la consecuencia lógica de un amor que trasciende todas las diferencias y se constituye en la base de la “fraternidad humana universal”. Evidentemente para Don Gonzalo toda la historia y la vida humana encuentran su sentido en Jesucristo y en su ley del amor. “Ante todo y sobre todo, el divino atrevimiento del amor”. Tal atrevimiento halla su expresión suprema en la muerte de Jesucristo en la cruz. Ésta, por su “poder purificador, restaurador y santificador”, se constituye en el medio de salvación no meramente individual sino del mundo, puesto que “Sólo en la Cruz y por la Cruz pueden extinguirse las enemistades y establecerse entre las naciones aquellos vínculos internos y sólidos con que entretejerlas en una duradera cooperación”.

         El amor es a la vez el camino que conduce a Jesucristo. Sin amor, Cristo permanece prisionero en el “materialismo religioso, el diletantismo histórico, la pedantería escolástica o el parasitismo espiritual”. “Y así, la única manera de liberar a Cristo es aprisionarle en las cárceles del corazón, y hacer de Él, en las honduras interiores, el generador de una vida nueva y abundante”.

         Estas palabras, como muchas otras de sus escritos, nos permiten echar una mirada a “las honduras interiores” de don Gonzalo y descubrir allí el secreto de su vida y de su teología: un profundo amor a Jesús de Nazaret, en quien él reconocía “la presencia real, viva, plena y gloriosa de Dios, “Dios hecho hombre, por el sublime impulso del amor”. Con raíz en ese amor, su fe se hace “teología laica”, teología en que lo cristiano, como en la filosofía de maestro Antonio Caso, según dice el mismo Báez Camargo, “rebasa claustros y púlpitos, y, hablando un lenguaje nuevo, sube a la cátedra, aborda la tribuna y se echa a la calle en el periódico y la revista” concluye René Padilla.   
Nota al margen:. Durante más de 50 años, Gonzalo Báez Camargo se mantuvo como Editorialista del diario Excélsior usando el muy conocido y más recordado pseudónimo de Pedro Gringoire en sus tres columnas: El Pulso de los Tiempos, Libros de nuestros Tiempos y Bibliogramas. Muchísimos fueron sus asiduos y constantes lectores incluyendo destacadas personalidades de todos los segmentos culturales, políticos y religiosos y quienes fueron impactados por el mensaje del Evangelio que en forma muy elevada, sutil y elegante, estuvieron presentes en todos sus artículos, sin duda fueron efervescentes y fértiles semillas profundamente sembradas. Incomprendido, Pedro Gringoire, por algunos extremistas y legalistas evangélicos por no “predicar” a la manera de hacerlo en un pulpito, nunca afectaron su fórmula de tratar todo tema desde la perspectiva de su real y efectiva teología e incuestionable fe.

jueves, 30 de octubre de 2014

Protestantismo en México entre 1910 y 1940 (Plan de Cincinnati, 1917) / Juan Schuster

Protestantismo entre 1910 y 1940.
Juan Schuster

Este periodo coincide con el desarrollo de la Revolución Mexicana en sus etapas de lucha armada (1910-1917) y de consolidación del proceso revolucionario (1917-1940). Se caracteriza por ser de una gran inestabilidad no sólo para los evangélicos, sino para la Iglesia Católica misma. Esto se debió por una parte a los problemas derivados del conflicto armado que detuvo la llegada de misioneros de las iglesias protestantes tradicionales, redujo la membresia de sus iglesias e interrumpió las relaciones de las iglesias nacionales con las iglesias “madres” en los Estados Unidos. Pero también las dificultades surgidas durante este ciclo fueron el resultado de la ola de anticlericalismo desatada durante el gobierno del Presidente Plutarco Elias Calles (1926-1930) con motivo de la aplicación estricta de las disposiciones contenidas en la Constitución de 1917 en materia de cultos y de educación.

Otros acontecimientos que van a caracterizar también a este periodo se refieren al intento llevado a cabo por algunas de las llamadas “grandes denominaciones” protestantes establecidas en el país para organizarse de acuerdo a un plan de cooperación (Plan de Cincinnati, 1917); los pronunciamientos de apoyo del protestantismo mexicano hacia los programas de los gobiernos revolucionarios de la época y su colaboración con la política de los Estados Unidos hacia América Latina (Congreso Evangélico de La Habana, 1929); la penetración pentecostal, que encuentra en esta fase la “matriz” para su nacimiento y desarrollo y, por último, la decisión adoptada por las iglesias evangélicas de reorientar su trabajo pedagógico misionero a las zonas rurales (1934), como respuesta a la política educativa anunciada por el gobierno del Presidente Cárdenas.

A partir del triunfo del constitucionalismo, en 1917, el protestantismo se propondrá continuar con su obra para lo cual contará con el apoyo de los gobiernos revolucionarios, particularmente los de los presidentes Obregón y Calles, para quienes serán los aliados estratégicos en su lucha contra la Iglesia Católica. Es entonces que las iglesias evangélicas establecidas en México podrán llevar a cabo, a partir de 1919, los acuerdos tomados dos años antes en la ciudad de Cincinnati, Ohio, respecto a la cooperación en la tarea evangelizadora.

De conformidad con el llamado Plan de Cincinnati, realizado bajo los auspicios del Comité de Cooperación en América Latina, representantes de ocho iglesias distribuían su responsabilidad en ocho zonas en las cuales se dividió a partir de entonces el territorio de la República Mexicana. Las iglesias norteamericanas representadas por su correspondiente Junta Misionera eran las siguientes:

1. La Iglesia Presbiteriana del Sur, cuya responsabilidad eran los estados de Michoacán, Guerrero, y porciones de los estados de México y Morelos.

2. La Iglesia Congregacional, cuya responsabilidad eran los estados de Sonora, Sinaloa, Tepic y Jalisco y el territorio de Baja California.

3. La Iglesia Metodista Episcopal del Sur, su responsabilidad eran los estados de Chihuahua, Durango, Coahuila y Nuevo León.

4. La Iglesia de los Amigos, su responsabilidad era el estado de Tamaulipas.

5. La Iglesia de los Discípulos de Cristo, eran su responsabilidad el estado de Zacatecas y porciones del estado de San Luis Potosí.

6. La Iglesia Presbiteriana Asociada y Reformada, cuya responsabilidad eran porciones del estado de San Luis Potosí y del Norte del Estado de Veracruz (incluyendo Tampico).

7. La Iglesia Metodista Episcopal del Norte tenía como responsabilidad los estados de Guanajuato. Querétaro. Hidalgo, Tlaxcala y Puebla y porciones de los estados de México y Morelos.

8.  La Iglesia Presbiteriana del Norte, su responsabilidad eran los estados de Oaxaca, Chiapas. Tabasco, Campeche, Yucatán, la porción sur del estado de Veracruz y el territorio de Quintana Roo.


En relación con lo anterior hay que notar que en 1926, La Iglesia Reformada de América se hizo cargo del trabajo del presbiterio (y estado) de Chiapas entre los indígenas Chol y Tzeltal, con la anuencia de la Misión Presbiteriana del Norte y por invitación de la misma Iglesia Nacional.

lunes, 27 de octubre de 2014

Tiempo y espacio en la Iglesia de Cristo / Nahum Vega

Tiempo y espacio en la Iglesia de Cristo
 Nahum Vega

La iglesia nació en un modo de producción esclavista, se desarrollo en un modo de producción feudal, floreció en un modo de producción capitalista, sobrevivió  a un modo de producción socialista y permanecerá a cualquier otro modelo económico.
El sentido básico de existencia inicia con la ubicación, ¿dónde estoy?, por eso al reflexionar sobre la Iglesia de Cristo, partimos del tiempo y el espacio donde ha nacido y se desarrolla la Iglesia universal.

La Iglesia su surgimiento
La primera referencia a la iglesia en los evangelios se encuentra en los 3 sinópticos siendo el de Mateo el que abunda más al referir la pregunta de Jesús a sus discípulos en cuanto a quien era él.  El pasaje esta subtitulado por la versión Reina-Valera 1960 como “La confesión de Pedro”  en el capítulo 16. versos 13 al 20.

El pasaje nos lleva a una primera reflexión y es que puede haber ideas buenas y percepciones interesantes sobre la persona de Jesús pero que no necesariamente por populares que sean  son la realidad que Dios quiere mostrarnos.

Al profundizar encontramos en el vv. 18 la necesidad de hacer una exégesis sobre las palabras griegas: Pétros, “Piedra” y sobre esta pétra “roca” oikodomí̱so̱ “edificaré”  la ekkli̱sía 

Una manera de ver el pasaje a la luz de la historia de la iglesia es  que lo que está diciendo Jesús es “Pedro “piedra”, sobre tu confesión de fe (“roca” que no se moverá),  edificare mi asamblea. Es asi como la ekklisia surge como una asamblea basada sobre la verdad revelada de Dios para el hombre.

La Iglesia su desarrollo
Pablo menciona esta ekklisia como un organismo vivo 1 Co. 12. 27 y 28
“Ahora bien, ustedes son el cuerpo de Cristo, y cada uno de ustedes es un miembro con una función particular. En la iglesia Dios ha puesto, en primer lugar, apóstoles, luego profetas, y en tercer lugar, maestros…”
Durante los tres primeros siglos del desarrollo del cristianismo la ekklisia siempre se vio así misma como un organismo vivo, donde todos los miembros en una sinergia caminaba a un mismo lado dirigidos por la cabeza que ere Cristo. con un objetivo ser luz y sal de la tierra, eso les traería como consecuencia la persecución por parte del Imperio Romano.
En el año 313 se promulgó en Milán por el emperador Romano CONSTATINO el edicto por medio del cual se concedía la libertad de profesar el cristianismo, esto que podría tomarse como una victoria de la iglesia, en la práctica hizo del cristianismo una religión de estado, se hizo un organización que con el paso de los años asfixió al organismo vivo que es la ekklisia.
Por 1200 años la llevo a caminar a la par del mundo que estaba llamada a separase de él. El andamiaje que se tuvo que construir para mantener a la organización no permitía ver a la verdadera iglesia, que a penas era visible a través de pequeños destellos de espiritualidad, y servicio de alguno de los miembros de la religión oficial de estado, que paradójicamente fueron perseguidos por esta organización, por razones tales como leer el evangelio o vivir como los primeros cristianos en comunidad y fueron perseguidos, y el objetivo de la organización era desaparecerlos.  

La Iglesia su permanencia
Regresemos a Mt. 16.18 “…Y yo también te digo, que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella.” El umbral de muerte misma, la oscuridad y egoísmo de la  falta de trascendencia no tiene cabida en la ekklisia. En esos 1200 años que son una parte oscura de la iglesia, Dios tenía un remanente que está presente en la historia. No como de esta iglesia institucionalizada que los perseguía y ponía sobrenombres: evangélico, por leer el evangelio, hermanos, por vivir en comunión los unos con los otros.
Este era el remanente,  usando el termino de Pablo den Romanos 11 cuando habla de: “…lo que dice la Escritura acerca de Elías,  cuando dijo:  «Señor, han dado muerte a tus profetas, y han derribado tus altares. Sólo yo he quedado, y procuran matarme»?  ¿Y cuál fue la respuesta divina? «Me he reservado siete mil hombres, que no han doblado la rodilla delante de Baal.» De la misma manera, aun en este tiempo ha quedado un remanente escogido por gracia…”
Al inicio del siglo XVI, Dios levanta un hombre que dará voz a todo este remanente, Martín Lutero,  un 31 de octubre de 1517, al exponer sus 95 tesis, en las que hacía una invitación al debate para retomar el camino original de la iglesia.

Para Lutero, hay un detonante que le muestra que esta organización se ha alejado por completo de su origen, y es que al creerse dueña de los medios espirituales de Salvación. No tiene ningún freno para vender las indulgencias para satisfacer su propia necesidad egoísta de poder mundano.
Lutero hace un llamado para revisar la visión y misión de la Iglesia y retomar el camino original, por eso es conocido como el padre de la REFORMA religiosa del siglo XVI. su llamado era el VOLVER A LA FORMA ORIGINAL. Por eso los cristianos festejamos el mes de la reforma en octubre y el 31 de octubre   El día de la Reforma Religiosa.
Estas tesis 95, hacían notar la avaricia y mundanalidad  en que se encontraba el  cristianismo que cada vez más se alejaba de su forma origina, no era el objetivo forma una nueva religión, pero para la organización eclesiástica el era digno de muerte y persecución.
Con el tiempo Lutero al defender sus puntos de vista hace los postulados que sustentaras a la iglesia en este Re encuentro con su visión y misión original:

Postulados de la Reforma del siglo XVI  / fide /scripture /  Christus
Sólo la Fe salva y es capaz de realizar buenas obras. Toda buena obra debe nacer de la fe y ser ejecutada libremente por el cristiano con la sola búsqueda de amar a Dios y al prójimo.
Sólo la Biblia es la única norma de fe y conducta del cristiano, por ser la única considerada como Palabra de Dios, inspirada por el Espíritu Santo.
Sólo Jesucristo es el único Mediador entre Dios y el hombre.


miércoles, 22 de octubre de 2014

ZUINGLIO (ZWINGLI), ULRICO /monografía

ZUINGLIO  (ZWINGLI),  ULRICO
(1484-1531). La figura directriz en el movimiento de la Reforma en los cantones de habla alemana en Suiza. Zuinglio prendió la chispa de la Reforma en Suiza al mismo tiempo que Lutero lo hacía en Alemania. Esto es sólo el inicio del sorprendente paralelo que existe en las vidas y trayectorias de ambos reformadores: ambos nacieron en 1484; ambos procedían del pueblo común; ambos recibieron una esmerada educación; ambos fueron ordenados sacerdotes católicos; ambos admiraban la música y la poesía; ambos eran predicadores elocuentes; Lutero publicó en Alemania sus 95 tesis; Zuingli publicó en Suiza sus 67 artículos.
Sin embargo, existían también entre ambos diferencias no menos notables: la ruptura de Lutero con Roma fue lenta y gradual; la de Zuinglio fue rápida y fácil; Lutero llegó al climax de su fe tras una dolorosa crisis del alma; Zuinglio experimentó una progresiva conversión intelectual.

En sus 67 artículos Zuinglio expuso los puntos fundamentales de su credo doctrinal y las razones de su rompimiento con Roma. Puso énfasis en Cristo como único Salvador y Mediador, insistiendo en la supremacía de la Palabra de Dios sobre el sistema papal, el cual rechazaba. Luego de intensos y prolongados debates públicos, Zuinglio logró convencer a los magistrados de Zurich, quienes decidieron adoptar oficialmente las reformas propuestas con la aprobación de la opinión pública. Esto apunta a una diferencia más con Lutero: la reforma luterana fue llevada adelante con el apoyo de los príncipes; la reforma suiza se implanto por la voluntad del pueblo.
Fue casi inevitable que los dos grandes reformadores llegaran a chocar. La causa fue un punto de doctrina. Durante cinco años, de 1524 a 1529, Lutero y Zuinglio se enfrascaron en una controversia —por carta y finalmente cara a cara— sobre la cuestión de la presencia de Cristo en la Eucaristía. Lutero sostenía que esta presencia era real; Zuinglio que la Santa Cena tenía sólo un valor de conmemoración. Los puntos que discutieron fueron realmente quince. Estuvieron de acuerdo en todos menos en el de la eucaristía. La reunión terminó con una nota amarga: con lágrimas en los ojos, Zuinglio le tendió la diestra a Lutero, pero este rehusó estrechársela. De la misma manera, el movimiento suizo tendió a separarse cada vez más del luteranis-mo alemán, acabando por fusionarse

en la Iglesia Reformadora Calvinista. Hay un aspecto más de la vida de Zuinglio. El creía que el cristianismo debía tomar parte activa en los negocios públicos y nacionales. Como patriota militante había acompañado tres veces a las tropas suizas en incursiones a Italia. Cuando surgió un conflicto entre el cantón de Zurich y cinco cantones católicos que degeneró en contienda armada, Zuinglio se incorporó a las fuerzas protestantes y tomó parte en la pelea. Así fue como encontró la muerte combatiendo en la batalla de Kappel.