lunes, 10 de abril de 2017

El rol del cristiano en la realidad del país / Nahum Vega

 “El rol del cristiano en la realidad del país”

Mi premisa es que como comunidades cristianas mexicanas asumimos un rol equivocado ante la realidad del país debido a un marco histórico que fue contado desde lo mediático y asumido desde una postura de minoría que tenía la necesidad de ser protegido por la autoridad gobernante.

Mi propuesta es hacer una revisión de esta narrativa y re enfocar nuestras posturas como comunidad de fe en una actitud más critica y acorde a los planteamientos del reino de Dios, desde el modelo bíblico, fundamentados  en la reforma y la reforma radical, y la praxis de la fe.

Para arrancar con el tema seria bueno reflexionar sobre el dicho que nos recuerda Juan A. Mackay. Cuando habla de la religión y la historia: 

(….) “lo único que aprendemos de la historia es que el hombre nunca aprende de la historia” pero como él dice, (….) “la culpa no es de la historia”.

Así que tomemos de la mano a la historia y escuchemos lo que tienen que decir, historiadores como: Luis Scott, que nos ha dejado una amplia investigación: fechas, años movimientos acontecimientos. Lindy Scott. Los evangélicos mexicanos en el siglo XX, México, Kyrios,

O bien la erudita narración de Los disidentes: Sociedades protestantes y revolución en México, 1872-1911/ Fondo de Cultura. Jean-de Pierre Bastian. 
Y también de Bastian, Jean-Pierre, Protestantismo y sociedad en México. México, CUPSA, 1983.

Nos muestra un grupo de personas que siendo minoría, tienen un enfoque progresista que va bien con las ideas del los gobiernos surgidos de la revolución, y que se siente vulnerable a los ataques del clero dominante y ve en el gobierno un aliado al cual se le puede dar un voto de confianza. 
Se siente protegido como grupo minoritario por leyes como la de que los templos sean “propiedad federal” y parece que va bien caminar al lado de un gobierno que ha hecho de la revolución mexicana un institución. Se adhieren al   “status quo”.

Es en este marco de cosas que el que el estado le reconozca una personalidad jurídica a las iglesias, hace de los evangélicos, una parte de el mosaico religioso y cultural de los mexicanos, un excelente comentario de esto lo encontramos en el investigador. Leopoldo Cervantes-Ortíz sobre lo que pasó después de 1992, y cita a Roberto Blancarte: Las Iglesias protestantes históricas continúan cultivando su alianza implícita con el Estado mexicano. Pero al mismo tiempo, dichas iglesias se ven rebasadas por los acontecimientos sociales, debido entre otras cuestiones a la escasez de cuadros preparados e intelectuales orgánicos, lo que lleva a poca claridad del momento y a un bajo sentido de la oportunidad.

Después de 25 años, esta alianza con el poder o mejor dicho sentados bajo la sombra del poder, nos hace cómplices de el estado de descrédito que tiene el gobierno.

De la historia debiéramos aprender, el caso Fujimori en Perú, Ríos Mont Guatemala. o los actuales gobiernos en nuestra América que son apoyados por sectores evangélicos como el actual presidente de Guatemala o de Usa. Jimmy Morales / Tromp-. Aliados a nuevas modas evangélicas o teologías del poder-

Regresando a la realidad de nuestra patria, Cuando inicia el sexenio  del actual presidente, parece que tenemos delante de nosotros dos Méxicos, el de la esperanza y sumar esfuerzos para salir adelante y el otro el pesimista y escéptico que no le cree al nuevo Pri, Muy pronto este “cincuenta”, cincuenta, se desequilibraría y la realidad nacional tomaría por sorpresa a un gobierno que confió en lo superficial sin arreglar de fondo la problemática.

Pero cual es la función del estado desde la perspectiva bíblica y del reino de Dios. Tomemos un poco las ideas de J. Stott y J Driver. en sus contracultura y contracorriente.  Donde para establecer el reino, tenemos dos cuadyuvantes la familia, que preserva y da continuidad y el estado que provee justicia y paz.

Respondiendo a la inquietud “El rol del cristiano en la realidad del país”. Es claro que no debemos adaptarnos  rom.12.1 ”no te conformes a este siglo” ... a este sistema. Porque un día nos pasaran la factura, de alianzas con el poder de este siglo. Ser elemento catalizadores y voz profética que marque el rumbo de transformación de la familia y la sociedad.

La realidad del país nos exige ser críticos y buscar discernir cuales son las causas de que el gobierno actual esté en este descrédito. Y escuchar voces como la de Carlos Martínez García  en sus artículos del periódico la jornada del 1 de marzo “La debilidad de Peña Nieto” :

“Cada una de las piezas del empedrado hacia su propio infierno han sido labradas por él. ….. Ningún otro presidente de la República en su quinto año de gobierno llegó a los niveles de impopularidad y de rechazo entre la ciudadanía como los que se ha ganado el actual ocupante de Los Pinos.

El PRI no cambió, continuó con sus bien sabidas prácticas de usar en su favor los bienes públicos. Pero la sociedad sí se transformó; sectores de ella supieron apropiarse de información que alguna prensa y las redes sociales pusieron al descubierto sobre las corruptelas de conspicuos integrantes de la alta clase política.”

No se trata de simplemente estar en desacuerdo con el gobierno desde una postura negativa y estéril o olvidándonos de Rom. 13, “sobre el papel del gobierno de guardían de la justicia”.  Sino estar muy atentos a ver cuando el gobierno se aleja del su prioridad de justicia y paz; que no nublen nuestros ojos la historia de paternalismo y servilismo al gobierno. Nuestras miradas no pueden ser complacientes ante la violencia y la injusticia, que son parte de nuestra realidad nacional.

Aqui tenemos el (“qué”) el “qué está pasando” como en la historia de un pequeño librito que leí el año pasado donde el autor identifica qué está pasando en su país a la distancia. “El remanente, los que han quedado de la cautividad allí en la provincia, están en gran dificultad y afrenta. La muralla de Jerusalén está llena de brechas y sus puertas quemadas a fuego”

Nos toca pasar al “cómo” desde nuestra propia y particular realidad. En el caso del libro, nos comenta el autor dice: Cuando escuché estas palabras, me senté, lloré e hice duelo por algunos días. Ayuné y oré delante del Dios de los cielos.

Asumir un rol, sin la perspectiva de la espiritualidad es alejarse del cristianismo. La realidad del país necesita un comunitario sentido de respuesta desde la espiritualidad. 


Por último la “praxis”. Leemos en este libro antiguo escrito por Nejemiá; 
—¡Levantémonos y edifiquemos!
 Les respondí diciendo:
—El Dios de los cielos, él nos prosperará, y nosotros sus siervos nos levantaremos y reedificaremos. 

Debemos contribuir  para la paz en un mundo de violencia.

Un ejemplo de esta praxis de ser “hacedores de paz” lo encontramos  en una comunidad amish en Pensilvania el lunes 2 de octubre de 2006  niñas de la comunidad 4, fueron muertas en su escuela por un repartidor de leche, la nota periodística de EFE, dice: “La comunidad ha perdonado al responsable de la tragedia, y un grupo amish visitó a la familia de Roberts para expresar su apoyo moral en un trance tan difícil.”

Y pienso lo importante en cuanto a “cual es la realidad del país”, es el “cómo” y desde “dónde” respondemos a ella, desde la comunidad de fe y desde lo individual.









Bibliografía y notas: 

Mackay, Juan A. / Prefacio a la teología cristiana.  Casa Unida de Publicaciones,  1984.

John R. W. Stott, La contracultura cristiana: El mensaje del sermón del monte (1984).

Driver, Juan - Contracorriente Semilla, 1992.

Bastian, Jean-Pierre /    Los disidentes: Sociedades protestantes y revolución en México, 1872-1911/Jean-Pierre Bastian—México : FCE, COLMEX, 1991.

Lindy Scott. Los evangélicos mexicanos en el siglo XX, México, Kyrios,

Leopoldo Cervantes-Ortíz / Política y nuevo régimen constitucional de las iglesias. Mentalidades, discursos, acciones (1995)

La debilidad de Peña Nieto
Puede ver la información completa en la siguiente dirección: http://www.jornada.unam.mx/2017/03/01/opinion/021a2pol

Muere la quinta niña víctima de la matanza en una escuela amish de EU
http://www.jornada.unam.mx/2006/10/04/index.php?section=mundo&article=035n1mun


Reina Valera Actualizada (RVA-2015) Nehemías capítulo 1 y 2 

Reina Valera Actualizada (RVA-2015) Romanos capítulo 12 y 13


jueves, 23 de marzo de 2017

Notas breves del libro: ¿Para qué sirve la teología? de Alberto F. Roldan / por Nahum Vega

Notas breves del libro: ¿Para qué sirve la teología? de Alberto F. Roldan / LIBROS DESAFÍO

“La teología es la criatura hablando de su creador”
Steve Shallert

Un libro que inicia con una presentación, un  prólogo del autor a la segunda edición. un prólogo más por  José Míguez Bonino y  prefacio; se le debía mirar con cierto cuidado. Pero pronto se descubre que será un libro que abrevado en años de experiencia en el esfuerzo de la FTL (Fraternidad Teológica Latinoamericana).

La fraternidad desde siempre y a través de sus múltiples participantes a puesto en práctica el que hacer teológico desde nuestra America. Como se dicho tradicionalmente la Exégesis se hacia desde el norte y la hermenéutica le tocaba al sur. Pero, este libro es una muestra de que se puede hacer teología desde Latinoamérica. 

En segundo lugar deja bien en claro la erudición de Alberto Roldán y las muchas fuentes a su alcance para un análisis que responde muy bien al interrogante que da título a su libro. Las referencias y bibliografía finales como nos hace notar uno de los comentaristas del libro son influencia  de muchas corrientes y aporta más a lo valioso que será este documento. 


Notas del Capitulo 1: ¿Qué es la teología”

Roldán de inicio nos invita a “encaremos la tarea con la mayor seriedad y precisión”. De entrada estamos ante un tema de estudio de gran importancia, muchas veces hago este comentario no se si lo leí lo escuche o lo deduje: “es verdad qué no todos los teólogos son cristianos, pero el problema no es ese sino que todo los cristianos hacemos teología” y que mejor hacerla como dice este autor, con seriedad y precisión.

Leer la definición de Teología de Kevan,  Hodge, Tillich y finalizarla con  Karl Barth. Es toda una experiencia y sobre todo la distinción de los perfiles que hace. Por un lado la teología como ciencia y la teología como revelación de Dios mismo. Desde mi punto de vista lo sistemático es un agregado a la teología que fue necesario para explicar la cosmogonía cristiana después de la ilustración y el enciclopedismo.  Aquí Roldán hace una mención sobre este tema de lo sistemático a Luis Berkhof. Me parece que es bueno citarlo ya que siempre será un referente y como tal muy citado poco leído. El “ladrillito”  “Teología Sistemática”, creo vale la pena por lo menos de este libro el capítulo dos y su sugerente tema: “Nuestro conocimiento de Dios es incomprensible pero conocible”

La critica a la sistemática que pone todo en cajones y escalones; Dios, hombre, pecado, salvación, eclesiología y al final escatología es muy interesante y además esa muy buena cita de Küng,  “El problema de Dios es también el problema del hombre” y reflexionado por el autor al revés, clarifica su critica a la sistemática.

Usando palabras actuales el autor me parece nos propone una revisión de la teología  desde la trasversalidad donde el inicio y final no son necesariamente un orden correcto, sino una correlación. Así que las cosas finales “escatología” puede ser el motor de la fe y la teología que se construye en el día a día. Imposible para mi dejar de citar el fin principal del hombre en la doctrina protestante: glorificar a Dios y gozar de él para siempre.

El siguiente párrafo que transcribo, resume desde mi punto de vista el pensamiento de Roldán de qué es la teología:
“¿Se puede elaborar un discurso sobre Dios? 
En un sentido estricto, es muy cierto aquello que dijera Karl Barth: «de Dios puede hablar sólo Dios». De modo que, en términos absolutos,  hay sólo una teología infalible, perfecta, es decir, la teología de Dios, su Palabra. Pero, con todo, es posible elaborar un discurso actual sobre Dios, si tenemos en cuenta los siguientes hechos:
El que se acerca a Dios debe creer que le hay  (Heb. 11:6). Este Dios vivo y verdadero, eterno, ha actuado en el tiempo de los hombres. Es el Creador de todas las cosas, el Soberano. Pero a pesar de su grandeza, no ha dejado al hombre, su criatura, en el abandono o la ignorancia.
Por el contrario, se ha revelado tanto en forma general como especial. Se ha revelado en su creación y en su Palabra: encarnada y escrita. «Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras a nuestros
padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo» (Heb. 1:1-2). Son las Escrituras las que contienen el registro de este hablar de Dios. Su centro es la Persona de Jesucristo, el Verbo, la Palabra, el Logos de Dios (Jn. 1:1, 14). Las Escrituras constituyen el texto de la teología, porque el tema de esta ciencia no es Dios en absoluto sino Dios en su revelación. El conocimiento que logramos adquirir de Dios, no será exhaustivo —¡no podemos agotar a Dios!— pero sí verdadero, porque está fundamentado en su revelación.”

El autor nos muestra que un acercamiento teológico sin la Biblia no tiene un buen cimiento. y que “el requisito para todo conocimiento teológico auténtico, es la disposición a realizar la voluntad de Dios.” 

Y la teología para Roldán es claro que es una ciencia, como el dice, limitada como cualquier ciencia que se hace desde nuestra  humanidad. Se relaciona con la ciencias sociales y humanas, como la lingüística, la epistemología. Las limitaciones que le pone el pensamiento de Kant,  no le impiden ser una ciencia de la fe. (lumen fideí). luz de la fe que el pensamiento Tomas de Aquino nos  clarifico que no es desde la razón sino desde la fe.

Aquí el autor cita una ves más a Hans Küng. y Karl Barth, Creo que son dos teólogos que tenemos que releer mucho en nuestro que hacer teológico. Para caminar sobe el quehacer teológico en America Latina y Que bueno que hay este libro tan erudito como: ¿Para qué sirve la teología? de Alberto F. Roldan  que nos abre el apetito en estos temas.


Nahum Vega

miércoles, 8 de febrero de 2017

Una Visión Anabaptista de la Santificación / Sandra Plett

Santificación
Definiendo la Santificación
Con el fin de entender una teología de la santificación, necesitamos comenzar con una definición. Para el propósito de este estudio es importante recordar que la raíz del significado de las palabras santifique, santificación, santo y santidad son las mismas tanto en Griego como en Hebreo. Un análisis del Hebreo (qodesh) y el Griego (hagiazo) nos lleva a la conclusión de que la santificación es el proceso de ser hecho santo, consagrado y apartado. De acuerdo con 1 Tesalonicenses 4:3 sabemos que “Esta es la voluntad de Dios: vuestra santificación”. (2 Timoteo 2:21; 1 Tesalonicenses 5:23; 2 Cor 5:17; Gal 2:20; Romanos 6: 6; 1 Cor. 1: 2)

Santificación y Justificación
Para poder entender la santificación es importante que también entendamos la justificación (1 Cor 1:30; 1 Cor 6:11; 1 Juan 1:9). En el Griego (dikaíōsis) esto se refiere al acto de pronunciar rectitud.  Esto se refiere al pago completo de Cristo de la deuda por el pecado, lo que libera al creyente de la condenación divina. Así que, básicamente, la justificación es un acto de la gracia de Dios. Un pecador culpable pone su fe en Cristo y es perdonado por su pecado. La justificación es llamada a veces “santificación posicional”. Una persona es perdonada y santificada en el momento en que recibe la salvación (Rom 6:6; 1 Cor 6:11; 2 Cor 5:17; 2 Tes 2:13; Hebreos 10:10).
Pero la santificación misma es un proceso, una obra de la gracia de Dios en la vida de un creyente. Mientras que la justificación ocurre en el momento que la persona es salvada, la santificación es el proceso de ser hecho santo, de morir en el pecado y vivir de acuerdo a la voluntad de Dios. En nuestro recorrido espiritual comenzamos como niños bebiendo solo leche, y progresamos hasta convertirnos en adultos que comen alimentos sólidos. (1 Cor 3:2; 1 Pedro 2:2) Crecemos en madurez al pasar tiempo personal con el Señor, estudiando Su Palabra, y viviéndola. 2 Corintios 7:1 dice “Así que, amados, puesto que tenemos tales promesas, limpiémonos de toda contaminación de carne y espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios.”
Tanto la justificación como la santificación son necesarias para trabajar en nuestra salvación. “Hay dos principales efectos producidos por el pecado, los cuales no pueden ser separados: la sucia contaminación que causa, la terrible culpa que conlleva. Así pues, la salvación del pecado requiere tanto una limpieza como una purificación del que será salvado. (N. del T.) De nuevo; hay dos cosas absolutamente indispensables para que cualquier criatura pueda vivir con Dios en el cielo: un título válido a ese legado, y una aptitud personal para disfrutar tal bienaventuranza – uno es dado en la justificación, el otro comienza en la santificación.” 
(N. del T.) En el texto original se utiliza “a cleansing and a clearing”, que se traduciría literalmente como “una limpieza y una claridad”. Se optó por alterar el significado de “clearing” con el fin de que la traducción refleje la intención original del texto de referirse a un estado de limpieza espiritual. 


Requisitos para Vivir una Vida Santificada
En este proceso de ser hecho santo se requieren muchas cosas de nosotros, ambos en un sentido negativo y un sentido positivo. Algunos ejemplos incluyen vivir una vida consistente de auto-negación y auto-crucifixión (1 Cor. 9:25-27; Gálatas 6:14), un diario morir de uno mismo (1 Corintios 15:31), despojamiento del viejo hombre (Efesios 4:22), deshacerse de hábitos y prácticas pecaminosas (Colosenses 3:5-9), vivir una vida de separación del mundo (2 Corintios 6:14-7:1), humildad, confesión y purificación (Juan 1:9). También se requiere de una vida en que se establezca un nuevo ser que sea renovado constantemente (Colosenses 3:10-15), obediencia a la Palabra de Dios (Romanos 6:16-18), vivir una vida como la de Cristo (Gálatas 2:20), crecer en la gracia y conocimiento del Señor (2 Pedro 3:18), dando frutos (Juan 15:1), manifestando el fruto del Espíritu (Gálatas 5:22-23), y reflejando las características de un verdadero carácter Cristiano (2 Pedro 1:5-8). A través de este proceso de santificación somos transformados a Su imagen para Su gloria (2 Corintios 3:18). La santificación requiere acción de nuestra parte.

Una Visión Anabaptista de la Santificación
Históricamente, la Iglesia Católica ha enseñado una salvación “a base de obras”. Lutero se separó de esta enseñanza durante la Reforma, y enseñó “justificación por la sola gracia de Dios”. Lutero estaba preocupado por el elemento humano que resulta en el orgullo y la minimización del trabajo de Dios en las vidas de los individuos, y por lo tanto puso gran énfasis en la gracia. Los Anabaptistas, sin embargo, sienten que como seguidores de Cristo debemos ser más responsables de nuestras acciones. Ellos enfatizaban una vida de disciplina, lo que lleva a buenas obras en la vida de los creyentes, y por lo tanto viviendo activamente en santificación. Las buenas obras debían ser el resultado de una vida de obediencia. Hans Denck dijo “Esta obediencia debe ser genuina, esto es, que el corazón, la boca, y los hechos coincidan juntos. Porque no puede haber un verdadero corazón donde ni la boca ni los hechos sean visibles.” (http://learntheology.com/the-beliefs-of-anabaptists.html) Tanto la santificación como la justificación son evidenciadas por el testimonio verbal y activo.
A causa del énfasis de los Anabaptistas por vivir una vida semejante a la de Cristo, han sido acusados continuamente de legalismo. Los Anabaptistas creen que la fe es visible y genuina sólo si está expresada en acciones. Donde algunos han visto esto como prueba de un nuevo sistema de salvación “a base de obras”, Menno Simons dijo esto: “Debido a que enseñamos de la boca del Señor que si queremos entrar en la vida, hay que conservar los mandamientos; que el amor de Dios es que conservemos sus mandamientos, los predicadores nos llaman derribadores del cielo y hombres de mérito, diciendo que queremos ser salvados por nuestros propios méritos aun cuando siempre hemos confesado que no podemos ser salvados de ninguna otra manera más que por los méritos, intercesión, muerte y sangre de Cristo.” (http://learntheology.com/the-beliefs-of-anabaptists.html) Por lo tanto, los Anabaptistas enfatizan la importancia de la obediencia y vivir una vida de disciplina con el fin de reflejar el fruto del trabajo santificador que solo Cristo puede hacer en nuestras vidas.
El enfoque de los Anabaptistas en el discipulado es otra área en donde vemos la santificación vivida. No sólo vamos a ser salvados por Cristo, sino que también debemos seguirlo diariamente en obediencia y vida santa. Esto habla de nuevo del proceso de ser santificado; de fe expresada a través del vivir santamente.

¿Cómo somos santificados?
Es el Espíritu Santo en nosotros que hace el trabajo de la santificación. No es por nuestra propia fuerza que nos hacemos santos, sino más bien por las indicaciones del trabajo del Espíritu Santo en nuestras vidas. En Gálatas 5:17 Pablo dice, “Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis.” En nuestra humanidad nos vemos tentados a una vida profana, y es sólo al invitar al Espíritu Santo a hacer su obra purificadora en nuestras vidas, y cooperando activamente con Él, que somos santificados. (1 Cor. 6:11; Heb. 10:10)
La Palabra de Dios es la Biblia completa, hecha tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento. A través de Su Palabra, Dios hace un trabajo purificador en nuestras vidas, nos confronta, nos desafía, nos enseña y nos anima. 2 Timoteo 3:16 dice “Toda Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir, para instruir en justicia.” La Palabra de Dios está conectada directamente con Su obra de santificación en nuestras vidas. A través de la Palabra de Dios recibimos indicaciones para vivir una vida santa. (1 Pedro 1:23; Santiago 1:18; Hebreos 4:12; Salmo 119:11; 1 Pedro 1:22; 2 Corintios 3:18; Santiago 1:25; Juan 17:17; Salmo 119:105; 2 Pedro 1:19; Ef. 5:26)
En la Escritura también vemos varios ejemplos de la oración en la elaboración de la santificación. La oración es una fuerza espiritual trabajando. En Juan 17 vemos a Jesús orando para ser glorificado para que así Sus discípulos y todos los creyentes puedan conocer la gloria de Dios. En los versos 17-19 Él ora, “Santifícalos en tu verdad: tu palabra es verdad. Como tú me enviaste al mundo, así yo los he enviado al mundo. Por ellos yo me santifico a mí mismo, para que también ellos sean santificados en la verdad.” Pablo también ora por la santificación de todos los creyentes en Ef. 1:15; 3:14-21; Filipenses 1:9-11; Colosenses 1:9-14.
La comunión de los santos (Koinonia) es otro elemento clave en la santificación. En la relación de unos con los otros, a través del discipulado, y al ejercer nuestros dones espirituales, la comunidad de creyentes toma un rol activo en la santificación y transformación del creyente individual. Hebreos 10:24-25 dice “Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y las buenas obras, no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca.” (Ef. 4:11-16; Col. 3:16; 1 Tes. 5:14-15; 2 Tes. 3:6-12)
El Padre también usa pruebas y disciplina en nuestras vidas con el fin de perfeccionarnos y corregirnos, purificándonos del pecado y la maldad, y por lo tanto guiándonos a una mayor santificación. Malaquías 3:2 dice “¿Pero quién podrá soportar el tiempo de su venida? O ¿quién podrá estar de pie cuando Él se manifieste? Porque Él es como fuego purificador y como jabón de lavadores.” (Romanos 8:28; Hebreos 12:5-11; Proverbios 3:6, 27:21; 1 Pedro 1:5-9, 3:14-16, 4:1, 12, 13-19; Santiago 1:2)

Conclusión
Es a través de la fe en Cristo y la confesión de nuestros pecados que somos justificados y hechos justos. Pero Dios nos llama a tomar decisiones diarias para vivir santamente a través de la exhortación  del Espíritu Santo, a través de Su Palabra, y a través de la Iglesia. La santificación es el proceso de ser hecho santo. En 1 Juan 2:3-6 dice, “En esto sabremos que nosotros lo conocemos, si guardamos sus mandamientos. Él dice: <Yo lo conozco>, pero nos guarda sus mandamientos, el tal es mentiroso y la verdad no está en él. Pero el que guarda su palabra, en ése verdaderamente el amor de Dios se ha perfeccionado; por esto sabemos que estamos con él. El que dice que permanece en él, debe andar como él anduvo.” Como creyentes santificados tenemos la garantía de que pertenecemos a Cristo y lo veremos algún día cara a cara. Es entonces cuando la santificación estará completa. (Hebreos 12:14)

Referencias
THE HOLY BIBLE, NEW INTERNATIONAL VERSION, NIV 2011 by Biblica, Inc.

martes, 7 de febrero de 2017

¿Qué es el reino de Dios? / Yadira Ocampo / Eleazar Diaz Ortiz


¿Qué es el reino de Dios? 

Jesús fue el primero en dar una respuesta a esto en Lc 4.18-21, donde al hablar de un pasaje de Isaías que anunciaba el advenimiento del reino de Dios, termina con la afirmación, “hoy se ha cumplido esta escritura delante de vosotros” (vs 21). Dicho pasaje habla de la esperanza para el sufriente, habla de buenas nuevas, del año agradable del Señor. Esperanza que se cumple en Él. 
Antes de eso ya había dicho que “el reino de los cielos se ha acercado” (Mt 4.17), y éste  tema del reino de Dios es central en su predicación, enseñanza y misión. Podemos verlo en sus enseñanzas (Mt 5-7), en sus parábolas (Mt 13, 22, Marcos 4.26-29) y en su oración (Mt 6.10).
El reino de Dios es la esperanza en este mundo donde hay tanto temor. Este mundo donde a pesar de que hay tantas cosas maravillosas, también hay mucho miedo y temor, hay caos, hay terrorismo, enfermedades, injusticias, dolor, hambre, soledad, etcétera. Donde parece que más que nunca la gente se pregunta si hay un destino escrito para la humanidad, o si en realidad hay algo más después de la vida. En cada época las personas han deseado por algo más, por tener una esperanza de que el dolor y los sufrimientos que hay en esta tierra algún día terminaran. Jesús dio respuesta a esto al proclamar que el reino de Dios se había acercado, y al proclamar que lo que dice Isaías 61.1-2, se había cumplido en su persona;

“El Espíritu del Señor está sobre mí,
    por cuanto me ha ungido
    para anunciar buenas nuevas a los pobres.
Me ha enviado a proclamar libertad a los cautivos
    y dar vista a los ciegos,
a poner en libertad a los oprimidos,
     a pregonar el año del favor del Señor.”
Esta es la esperanza que cada cristiano tiene arraigada en sí, que el reino de Dios es esta realidad. 

Después de la caída del hombre, en el mundo reinaban las tinieblas, y dicho reino debía ser destruido, así como las personas que pertenecían a él necesitaban ser liberadas. Y esta necesidad se evidencia en muchos pasajes como Mt 12.39; 10.6; 15.24; Lc 13.1-5; 19.10; 12.16-21. En donde se hablan de una generación mala y adúltera, que estaba perdida, que perecerá sino se arrepiente, la cual hace tesoros para sí, pero no es rica  para con Dios. Había necesidad de que viniera el reino de Dios, porque el hombre estaba perdido y necesitaba ser rescatado. 
Los profetas en el AT hablaron y anunciaron este reino, Juan el Bautista predicó del Reino. Jesús enseñó del Reino. Los discípulos predicaron el Reino. Así los profetas anunciaron que un día los hombres vivirán juntos y en paz. Entonces Dios "juzgará entre las naciones, y reprenderá a muchos pueblos; y volverán sus espadas en rejas de arados, y sus lanzas en hoces; no alzará espada nación contra nación, ni se adiestrarán más para la guerra" (Isaías 2.4).

Hay muchas diferentes interpretaciones acerca de la naturaleza del reino de Dios, esto puede ser debido a que la Biblia no es tajante en cuanto a cómo o qué es exactamente el reino de Dios, si es presente o venidero (Mt 25.34, 8.11-12, 2 P 1.11, Lc 17.20-21; Mt 12.28-29), si es espiritual o material (Rom 14.17, Ap 11.15), o si está  en los discípulos, o la Iglesia (Col 1.13). 

Según Ladd, la mayoría de los estudiosos están de acuerdo en que “el reino es en sentido real tanto presente como futuro” (2002, pág. 90). Y dice también que “El reino es el gobierno real de Dios que tiene dos instancias: el cumplimiento de las promesas del Antiguo Testamento en la misión histórica de Jesús y la consumación al final de siglo, con lo que se inicia el siglo venidero” (2002, pág. 91).

Por lo tanto, es pues el reino una realidad presente que viven los que lo reciben y entran (Mc 10.15; Mt 13.23), los que han nacido de nuevo y pasado de las tinieblas al reino de Jesús (Col 1.13), así como una realidad futura que será cumplida por medio de la parusía, la segunda venida gloriosa de nuestro Señor Jesucristo (Ap 11.15). Tratar entonces de explicar la totalidad del concepto del reino de Dios no es posible, pero el enfoque principal está en la palabra “reino”, y en las verdades dichas por Jesús. El reino de Dios habla de la total soberanía de Dios, de su poder (Sal 145.13, 103.19). Y por lo tanto es una parte importantísima de nuestro Evangelio, ya que en palabras de Ladd “El evangelio no solamente ha de ofrecer una salvación en la vida futura para los que creen; también debe transformar todas las relaciones de la vida aquí y ahora y así hacer que prevalezca el reino de Dios en todo el mundo” (Ladd G. , 1985, pág. 15). 

Es entonces el reino, donde se puede ver la soberanía de Dios que es manifestada a través de la historia de redención, es el reino del siglo venidero conocido como cielo o paraíso, donde hemos de comprenderlo en su perfección. Pero el reino de Dios también es ahora, y podemos experimentar las bendiciones de permanecer en el reino de Dios o sea en su voluntad y gobierno, es por eso que tenemos la oración, “venga a nosotros tu reino, hágase tu voluntad como en el cielo, también en la tierra”.

La ética del reino 
Si se entiende que el reino de Dios está relacionado con su soberanía y gobierno, y que quienes forman parte del reino son aquellos que se someten voluntariamente a él,  entonces se puede decir que las normas de ética son para los que forman parte del reino. Estas normas se basan en la persona de Jesucristo, en su vida y sus enseñanzas, las cuales se ven plasmadas a lo largo de toda la Biblia. Pero quizá, sintetizada en lo que se conoce como el Sermón del Monte de Mateo 5-7. En donde se muestran los atributos o cualidades de quien pertenece al reino, de quien se mantiene firme a pesar de todas las dificultades que vengan a causa de vivir en justicia y de seguir a Cristo. Estas personas, aunque no son perfectas ni una clase especial de cristianos, son bienaventurados, es decir, “que tienen la aprobación de Dios y encuentran su propia realización como ser humano” haciendo la voluntad de Dios (John Stott, 1998, pág. 57)

Sin duda el primer paso para vivir en el reino es el arrepentimiento. Esto fue la predicación de Juan el Bautista y de Jesús (Mt 3.2; 4.17). El cual debe ser seguido por creer en el Evangelio, y como consecuencia vivir de manera que pueda reflejar dicha fe (Mr. 1.15). En donde no solo se cubre una acción externa, sino que se además de eso, abarca las intenciones de la mente y del corazón. Que sólo se pueden alcanzar con la ayuda y dirección del Espíritu Santo. 

El mundo tiene su ritmo, corriente y estilo, todos viven de acuerdo a sus normas. El humano tiene una tendencia a caer en lo malo. Dios nos pide una vida que va de contramano con lo que el mundo ofrece, pero también Dios sabe de nuestra humanidad, no la niega ni pretende que sólo con la carne alcancemos estos estándares. Por eso nos da el Espíritu Santo, quien con su poder (el mismo poder con el que levantó a Jesús de los muertos… Ro. 8:11) nos ayuda a vencer.


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Bibliografía
John, Stott. (1998). El Sermón del Monte: contracultura cristiana. Buenos Aires: Certeza Unida.
Ladd, G. (1985). El Evangelio del reino: estudios bíblicos acerca del evangelio del reino. (G. Lockward, Ed.) Miami: Vida.
Ladd, G. E. (2002). Teología del Nuevo Testamento. Barcelona, España: CLIE.