lunes, 5 de septiembre de 2016

HERMENEÚTICA DEL SALMO 133 / Samuel Rodriguez



INTRODUCCIÓN

Hace unas semanas platicaba con un amigo no creyente sobre las presiones brutales con las que tiene que lidiar una familia de ciudad:
una presión social a ser exitosos, miedo a fracasar, a tener una despensa que al menos alcance, a tener auto propio y casa propia, un trabajo bien remunerado, hijos que no sean drogadictos, delincuentes , hijos "inteligentes" (a tal grado que andamos estimulándolos antes de tiempo), una estabilidad matrimonial, sortear cómo mantener a los parientes contentos con nuestras decisiones... Pero lo más triste es que la mayoría de las familias toman como lema: SÁLVESE QUIEN PUEDA; pero como dijera un escritor, este lema además de ser inmoral, no alcanza. El individualismo al que tanto nos aferramos, al que la globalización nos está orillando, nos impide vivir la calidad de vida que diseñó Dios para la humanidad.  
No es de extrañar que los estados de ánimo sean tan vulnerables y acaben perdiendo el control. De tal manera que escuchemos de divorcios, de hijos abandonados, suicidios o de riñas que nunca se terminan; familias que se deshacen después de revelarse un testamento. Si tomamos de ejemplo a cualquier familia de aquí, si los observamos atentamente y rascamos un poco lo que está en la superficie encontraremos miedo a algo. Sea a que no alcance el dinero, a la enfermedad o a la muerte… Si eso es con los que tenemos la confianza en Dios, ¿qué presiones no han de estar soportando los que no tienen ninguna esperanza? 
Durante la plática con mi amigo reconocíamos el papel tan importante de nuestras comunidades. Yo hablaba de las comunidades cristianas, pero él no tenía ninguna. Como puede se ha unido con otros amigos suyos para armar una comunidad de aprendizaje donde se apoyan en sus proyectos de vida.  Estas semanas he estado muy inquieto pensando que Hacen tanta falta comunidades integrales que puedan abrazar al individuo y a las familias que viven esos vértigos en los que vivimos actualmente. Pero a la vez me llena de expectativa imaginar lo que puede ser capaz una iglesia donde viven personas que tienen el Espíritu de Cristo. 
En la clase de Eclesiología que estamos tomando los lunes, en uno de los artículos que nos dejan a leer, Juan Driver dice: Ser una comunidad no es opcional para la iglesia de Jesucristo. Por naturaleza somos una comunidad y tenemos comunión. La pregunta es ¿Qué clase de comunidad seremos? ¿Seremos una comunidad limitada y empobrecida o una comunidad que realiza plenamente los propósitos que Dios tiene para ella?



DESARROLLO
Hay un Salmo muy hermoso que puede servirnos de inspiración y exhortación. El salmo 133 nos brinda una imagen de una comunidad plena. Leámoslo:
!Mirad cuán bueno y cuán delicioso es
    Habitar los hermanos juntos en armonía!
Es como el buen aceite que, desde la cabeza,
    va descendiendo por la barba,
por la barba de Aarón,
    hasta el borde de sus vestiduras.
Es como el rocío de Hermón
    que va descendiendo sobre los montes de Sión.
Donde se da esta armonía,
    el Señor concede bendición y vida eterna.

Antes de comenzar a preguntarnos qué quiere expresar este salmo, qué es eso de la barba de Aarón o el rocío de Hermón, déjenme contarles brevemente la importancia de este Salmo. 
Así como nosotros tenemos canciones que repetimos en las reuniones, el pueblo de Israel tenía una especie de cancionero que lo entonaban durante su peregrinación a Jerusalén. Por ahí en sus Biblias, debajo del título dice: canto gradual. Es porque cantaban estos salmos mientras subían a Jerusalén, ya sea para una fiesta o para una convocación. Por cuestiones prácticas no se reunían como nosotros una, dos o tres veces a la semana, porque estamos hablando de toda una nación. Ya se podrán imaginar porqué es tan importante el Salmo, se reunían por lo menos 3 veces al año. Imagínese como se verían las calles llenas de personas de diferentes tribus viniendo a congregarse a la capital. Antes no había autos, así que la imagen era hermosa: familias enteras encontrándose en el camino, abrazándose y uniéndose para cantar estos salmos… Algunos de estos salmos no son alegres y recuerdan los momentos en que el pueblo fue humillado. Entonces imagínense en esas calles a algunos llorando, otros llenos de alegría recordando todo lo que había pasado durante el año. Así de apreciado era este salmo... Simplemente hablaba de su propia vida, de su esencia como pueblo de Dios. Algo parecido sucede cuando cantamos cada domingo y recordamos la semana, algunos lloran, otros se alegran. 
Si nos sumergimos en esas calles polvorientas de palestina, con nuestras familias, creo que saldrían las mismas palabras… 
!Mirad cuán bueno y cuán delicioso es
    Habitar los hermanos juntos en armonía!

No sé cuantos lo han experimentado pero les daré 3 ejemplos donde pude decir lo mismo que el salmista:
  1. 1. Un día mi padre nos invitó a mis hermanos y a mí a comer, para hablarnos sobre la familia, fue una comida muy rica, pero lo que quería decirnos fue mejor. El nos animó a comprender que somos hermanos, que Dios nos había puesto como familia para ayudarnos unos a otros a crecer y ayudarnos en nuestros proyectos de vida. Mi hermano se casaba y era una buena ocasión para comprender qué era la familia. No lo sabía hasta ese momento. Si vivíamos juntos, si sabía que un día me iba a ir de la casa, pero nunca había comprendido que yo era indispensable en mi familia, que mis esfuerzos podían servir para ser una familia unida. Ese día salí con un gran sabor de boca, con muchas ganas de apoyar a mis hermanos. Se respiraba una armonía. Queríamos ser una gran familia, era bueno y delicioso.
  2. 2. Tenemos unos amigos de nuestra misma edad que nos juntamos casi cada mes. No les miento, duramos casi 6 o 7 horas entre comiendo, platicando, jugando, hablando del trabajo, de Dios, de la familia. Cada que se van mi esposa y yo decimos: que bueno que pasamos tiempo con ellos. Sentimos que algo se construye dentro de nosotros. Nos ayudan a crecer a ser más felices. Cada que nos reunimos es bueno y delicioso.
  3. 3. El otro lo experimenté la semana pasada, cuando pasaron a dos de nuestros hermanos para hacerles una exhortación frente a la congregación. Realmente sentí compasión y también temor de que yo un día pueda pasar por lo mismo. Pero me lleno de alegría saber que ellos no están abandonados, que hay gente que se preocupa porque sus vidas salgan adelante, que sean perfeccionados y que la iglesia los abrace. Vi como varios hermanos se acercaron a animarlos. Ahí puedo decir Que bueno y que delicioso es habitar en armonía. Quizás aquí sea un tema triste, pero necesario. La armonía no solo se da entre risas sino también en momentos de dolor, de quebranto.

Creo que todos tenemos momentos de comunidad donde realmente sientes que es bueno y agradable estar juntos. Quisiera que reflexionáramos acerca de 3 ingredientes que el Salmo describe como una comunidad que es agradable mirar.
  1. 1. UNA COMUNIDAD QUE NO SOLO SE REUNE SINO QUE HABITA
Una casa no es hogar si nadie lo habita. En unas versiones dice convivir, creo que el concepto que mejor ilustra es el de habitar. Porque no solo es una reunión de un club para cantar, escuchar…sino habitamos. El salmista, inspirado por el espíritu, predice lo que le iba a ser revelado a Pedro: Somos piedras vivas que estamos edificando una casa un templo para que Dios habite. Lo relevante de las reuniones es que el mismo Dios habite. Donde están dos o tres congregados en mi nombre ahí estaré. 
En este mundo da la sensación que no se construye nada… tal vez si se construyan casas o empresas, pero la gente va por la vida pensando que no hacen nada trascendente. Y que más trascendente que pertenecer a una comunidad que será eterna y que se construye una habitación con amor. Cuando bueno y cuan delicioso es habitar los hermanos juntos en armonía dice el salmo.
  1. 2. UNA COMUNIDAD DE HERMANOS
Algo de lo valioso aquí es que dice hermanos. La profunda orfandad que se mira en las familias y en las calles aquí debe ser llenada. El padre, la obra de Cristo, el sufrimiento de su sacrificio fue para reconciliarnos con el padre y formar una gran familia. El rey David a pesar de ser un rey reconoce que el otro es su hermano no un súbdito. Nos podemos quitar las mascaras que traemos de trabajadora o trabajador, de jefe o jefa, de obrera u obrero, de ama de casa. La imagen de la familia en el reino de Dios es para que nos acerquemos con confianza al padre y a nuestros hermanos. Lamentablemente por el vértigo del día a día se nos olvida que tenemos un Padre y hermanos. Debemos revalorarnos como hermanos y no menospreciar el gran sacrificio de Cristo.

  1. 3. UNA COMUNIDAD QUE ESTAN JUNTOS EN ARMONÍA
Creo que todos estamos consientes de que en una casa pueden estar viviendo juntos los hermanos pero estar en riñas, con resentimientos y no dejan de estar viviendo juntos. El salmista habla de un concepto de armonía. Musicalmente la armonía me recuerda a una orquesta. Los que no han tenido la oportunidad de verla en acción quiero decirles que son muchísimos instrumentos muy variados: unos de viento, de cuerdas, percusiones, pero hay un director y una obra de arte que los guía para que salga una melodía hermosa, todos están en armonía. Debemos encontrar cual es nuestro lugar en ese gran plan de Dios y unirnos para que se lleve a cabo.  Es un gran desafío porque debemos transmitir a Cristo a través de esa armonía, se debe revelar a Cristo. Pablo en Filipenses se lamenta de que solo Timoteo busque los intereses de Cristo, les dice: los demás buscan sus propios intereses.

DOS METAFORAS PARA REFORZAR COMO ES ESTA ARMONÍA
El salmo ofrece dos metáforas extrañas quizás para nosotros, pero que podrían brindarnos luz. Dice que esta armonía que se da cuando los hermanos habitan juntos es como el buen aceite. Pero no es un aceite que sirve para cocinar, es el aceite que se uso para ungir al sacerdote Aarón. Un aceite que desciende. Recordemos que los sacerdotes y los reyes eran ungidos para estar apartados para el servicio de Dios. El aceite con que eran ungidos era un aceite Santo, apartado para el uso de Dios. Esto nos indica que esta comunidad de hermanos está apartada para Dios, para sus propósitos. Dios repitió constantemente al pueblo de Israel que ellos serian una nación santa, apartada para Jehová, pero que serian de bendición para todas las naciones. Este es un llamado fuerte a la santidad. Aunque estamos en diversos trabajos, no trabajamos para la Coca-cola, ni para Walmart, ni para un ingeniero, nuestra lealtad esta a Dios, nuestro servicio es a Él.

La otra imagen es muy rica también. Es como el rocio de Hermon que va descendiendo sobre los montes de Sion. Los estudiosos dicen, que si pasas la noche en esa región montañosa, a la mañana siguiente amaneces totalmente empapado. Un rocío que sirve para traer frescura y para nutrir el suelo árido y seco en la región de Judea. Esta comunidad es rica, no solo porque se nutre y trae frescura a los hermanos, sino porque somos los encargados de llevar vida al mundo con el evangelio, con nuestro mismo ejemplo. Aquí esta nuestra esencia misionera. Dice el hermano Justo Gonzales: La iglesia debe estar unida no solo para su propio provecho o para su propio orden o seguridad. La iglesia debe manifestar su unidad, porque una iglesia fragmentada (o dividida) no tiene mucho que decirle a un mundo fragmentado. Es como cuando Jesucristo advierte a sus discípulos, ustedes son la sal de la tierra, pero si se vuelve insípida, si pierde su sabor, ¿con que será salada? No sirve sino para ser pisoteada por los hombres. El evangelio que usa las palabras y los hechos es tan fuerte. 

Y finaliza el salmo, donde se da esta armonía. El señor concede bendición y vida eterna
LOS BENEFICIOS DE UNA COMUNIDAD QUE HABITA, QUE SE VEN COMO HERMANOS y QUE ESTÁ EN ARMONÍA Ahí el señor concede bendición y vida eterna. 

No son dos beneficios abstractos. Todos los que han sido bendecidos por el Señor podemos ponerle nombre a esas bendiciones. Una familia, alimento, abrigo, casa, felicidad…el auxilio en la tribulación. Y la vida eterna. La vida que Dios tiene planeada para la eternidad se parece a como cuando los hermanos habitan juntos en armonía. Dice Eugene Peterson que cuando intentamos visualizar la vida eterna no alcanzamos a ver su trascendencia. Pero pone un ejemplo sencillo que me llena de alegría: Imagina una gran fiesta en donde puedas reunirte con todos los que disfrutas pasar tiempo, con todos los que te hacen sentir pleno y los que te hacen agradecer por la vida…así se compara la vida que tendremos por la eternidad, todos ellos juntos. Y el salmo dice que El señor envía vida eterna. Se puede palpar la plenitud futura, cuando los hermanos habitan juntos en armonía. 


CONCLUSIONES Y DESAFÍOS FINALES
El salmo empieza con la palabra MIRAD, es una invitación para nosotros, para toda la iglesia. Aprendamos a mirar: 
A LOS LADOS. Ya hay indicios alrededor de nosotros donde se puede dar esta armonía, procurémoslas, invirtamos en ellas. No es fácil, es lento…pero invirtamos pacientemente en relaciones. Invertir en las personas es invertir en la edificación del cuerpo de Cristo. 
No permitamos que el individualismo absorba nuestra vida y nuestra familia. Cuesta invertir porque es abrir nuestra privacidad, pero construye, terminamos agradeciendo. Las personas no creyentes miran si tenemos amor los unos por los otros. Miremos si hay relaciones que hemos roto o alguien ha roto con nosotros. Restablezcámoslas. 
A LA IGLESIA LOCAL. Las personas buscan comunidad no instituciones, no organizaciones. Invité a un joven a abrazar el evangelio y me dijo yo no quiero ser tu hermano, quiero ser tu amigo. Hagamos que la palabra hermano sea algo real para nosotros primero. Todos tienen ideas creativas. Usémoslas para que esto no sea un club de domingo o una carga. Algunos tienen la habilidad de acercarse a personas nuevas, otros de compartir conocimientos, otros de hacer comida, adornos, ideas… mano de obra. Yo por ejemplo me gusta escribir poesía. Tome el compromiso de ir registrando mis experiencias al ser padre, al ver crecer a mi hija. Si alguno quiere saber la página se las comparto con gusto.   
CON FE. A veces decimos en esta iglesia no estoy a gusto, no me inspira. Muchos cambian y cambian de iglesia, pero miremos con fe. La fe nos ayuda a disfrutar el simple hecho de venir a Cristo. En ocasiones volteo a ver a los hermanos, algunos están tan cansados, otros durmiendo y me alegro de que al menos vienen y estamos congregados y Dios puede usar una canción, unas palabras de un hermano o la predicación para transformarnos. Yo en ocasiones vengo cargado y algo tan sencillo como un saludo del hermano Moisés me animaba los primeros días que comencé a congregarme. 


Hay muchos temas urgentes pero es pertinente que trabajemos  por comunidades que evoquen: “Mira qué bueno y que delicioso es habitar los hermanos juntos en armonía”. Cumplamos los deseos de Jesús, amémonos, para que otros crean que Jesús es el hijo de Dios y creyendo también tengan vida eterna.