Santificación
Definiendo la Santificación
Con el fin de entender una teología de la santificación, necesitamos comenzar con una definición. Para el propósito de este estudio es importante recordar que la raíz del significado de las palabras santifique, santificación, santo y santidad son las mismas tanto en Griego como en Hebreo. Un análisis del Hebreo (qodesh) y el Griego (hagiazo) nos lleva a la conclusión de que la santificación es el proceso de ser hecho santo, consagrado y apartado. De acuerdo con 1 Tesalonicenses 4:3 sabemos que “Esta es la voluntad de Dios: vuestra santificación”. (2 Timoteo 2:21; 1 Tesalonicenses 5:23; 2 Cor 5:17; Gal 2:20; Romanos 6: 6; 1 Cor. 1: 2)
Santificación y Justificación
Para poder entender la santificación es importante que también entendamos la justificación (1 Cor 1:30; 1 Cor 6:11; 1 Juan 1:9). En el Griego (dikaíōsis) esto se refiere al acto de pronunciar rectitud. Esto se refiere al pago completo de Cristo de la deuda por el pecado, lo que libera al creyente de la condenación divina. Así que, básicamente, la justificación es un acto de la gracia de Dios. Un pecador culpable pone su fe en Cristo y es perdonado por su pecado. La justificación es llamada a veces “santificación posicional”. Una persona es perdonada y santificada en el momento en que recibe la salvación (Rom 6:6; 1 Cor 6:11; 2 Cor 5:17; 2 Tes 2:13; Hebreos 10:10).
Pero la santificación misma es un proceso, una obra de la gracia de Dios en la vida de un creyente. Mientras que la justificación ocurre en el momento que la persona es salvada, la santificación es el proceso de ser hecho santo, de morir en el pecado y vivir de acuerdo a la voluntad de Dios. En nuestro recorrido espiritual comenzamos como niños bebiendo solo leche, y progresamos hasta convertirnos en adultos que comen alimentos sólidos. (1 Cor 3:2; 1 Pedro 2:2) Crecemos en madurez al pasar tiempo personal con el Señor, estudiando Su Palabra, y viviéndola. 2 Corintios 7:1 dice “Así que, amados, puesto que tenemos tales promesas, limpiémonos de toda contaminación de carne y espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios.”
Tanto la justificación como la santificación son necesarias para trabajar en nuestra salvación. “Hay dos principales efectos producidos por el pecado, los cuales no pueden ser separados: la sucia contaminación que causa, la terrible culpa que conlleva. Así pues, la salvación del pecado requiere tanto una limpieza como una purificación del que será salvado. (N. del T.) De nuevo; hay dos cosas absolutamente indispensables para que cualquier criatura pueda vivir con Dios en el cielo: un título válido a ese legado, y una aptitud personal para disfrutar tal bienaventuranza – uno es dado en la justificación, el otro comienza en la santificación.”
(N. del T.) En el texto original se utiliza “a cleansing and a clearing”, que se traduciría literalmente como “una limpieza y una claridad”. Se optó por alterar el significado de “clearing” con el fin de que la traducción refleje la intención original del texto de referirse a un estado de limpieza espiritual.
Requisitos para Vivir una Vida Santificada
En este proceso de ser hecho santo se requieren muchas cosas de nosotros, ambos en un sentido negativo y un sentido positivo. Algunos ejemplos incluyen vivir una vida consistente de auto-negación y auto-crucifixión (1 Cor. 9:25-27; Gálatas 6:14), un diario morir de uno mismo (1 Corintios 15:31), despojamiento del viejo hombre (Efesios 4:22), deshacerse de hábitos y prácticas pecaminosas (Colosenses 3:5-9), vivir una vida de separación del mundo (2 Corintios 6:14-7:1), humildad, confesión y purificación (Juan 1:9). También se requiere de una vida en que se establezca un nuevo ser que sea renovado constantemente (Colosenses 3:10-15), obediencia a la Palabra de Dios (Romanos 6:16-18), vivir una vida como la de Cristo (Gálatas 2:20), crecer en la gracia y conocimiento del Señor (2 Pedro 3:18), dando frutos (Juan 15:1), manifestando el fruto del Espíritu (Gálatas 5:22-23), y reflejando las características de un verdadero carácter Cristiano (2 Pedro 1:5-8). A través de este proceso de santificación somos transformados a Su imagen para Su gloria (2 Corintios 3:18). La santificación requiere acción de nuestra parte.
Una Visión Anabaptista de la Santificación
Históricamente, la Iglesia Católica ha enseñado una salvación “a base de obras”. Lutero se separó de esta enseñanza durante la Reforma, y enseñó “justificación por la sola gracia de Dios”. Lutero estaba preocupado por el elemento humano que resulta en el orgullo y la minimización del trabajo de Dios en las vidas de los individuos, y por lo tanto puso gran énfasis en la gracia. Los Anabaptistas, sin embargo, sienten que como seguidores de Cristo debemos ser más responsables de nuestras acciones. Ellos enfatizaban una vida de disciplina, lo que lleva a buenas obras en la vida de los creyentes, y por lo tanto viviendo activamente en santificación. Las buenas obras debían ser el resultado de una vida de obediencia. Hans Denck dijo “Esta obediencia debe ser genuina, esto es, que el corazón, la boca, y los hechos coincidan juntos. Porque no puede haber un verdadero corazón donde ni la boca ni los hechos sean visibles.” (http://learntheology.com/the-beliefs-of-anabaptists.html) Tanto la santificación como la justificación son evidenciadas por el testimonio verbal y activo.
A causa del énfasis de los Anabaptistas por vivir una vida semejante a la de Cristo, han sido acusados continuamente de legalismo. Los Anabaptistas creen que la fe es visible y genuina sólo si está expresada en acciones. Donde algunos han visto esto como prueba de un nuevo sistema de salvación “a base de obras”, Menno Simons dijo esto: “Debido a que enseñamos de la boca del Señor que si queremos entrar en la vida, hay que conservar los mandamientos; que el amor de Dios es que conservemos sus mandamientos, los predicadores nos llaman derribadores del cielo y hombres de mérito, diciendo que queremos ser salvados por nuestros propios méritos aun cuando siempre hemos confesado que no podemos ser salvados de ninguna otra manera más que por los méritos, intercesión, muerte y sangre de Cristo.” (http://learntheology.com/the-beliefs-of-anabaptists.html) Por lo tanto, los Anabaptistas enfatizan la importancia de la obediencia y vivir una vida de disciplina con el fin de reflejar el fruto del trabajo santificador que solo Cristo puede hacer en nuestras vidas.
El enfoque de los Anabaptistas en el discipulado es otra área en donde vemos la santificación vivida. No sólo vamos a ser salvados por Cristo, sino que también debemos seguirlo diariamente en obediencia y vida santa. Esto habla de nuevo del proceso de ser santificado; de fe expresada a través del vivir santamente.
¿Cómo somos santificados?
Es el Espíritu Santo en nosotros que hace el trabajo de la santificación. No es por nuestra propia fuerza que nos hacemos santos, sino más bien por las indicaciones del trabajo del Espíritu Santo en nuestras vidas. En Gálatas 5:17 Pablo dice, “Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis.” En nuestra humanidad nos vemos tentados a una vida profana, y es sólo al invitar al Espíritu Santo a hacer su obra purificadora en nuestras vidas, y cooperando activamente con Él, que somos santificados. (1 Cor. 6:11; Heb. 10:10)
La Palabra de Dios es la Biblia completa, hecha tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento. A través de Su Palabra, Dios hace un trabajo purificador en nuestras vidas, nos confronta, nos desafía, nos enseña y nos anima. 2 Timoteo 3:16 dice “Toda Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir, para instruir en justicia.” La Palabra de Dios está conectada directamente con Su obra de santificación en nuestras vidas. A través de la Palabra de Dios recibimos indicaciones para vivir una vida santa. (1 Pedro 1:23; Santiago 1:18; Hebreos 4:12; Salmo 119:11; 1 Pedro 1:22; 2 Corintios 3:18; Santiago 1:25; Juan 17:17; Salmo 119:105; 2 Pedro 1:19; Ef. 5:26)
En la Escritura también vemos varios ejemplos de la oración en la elaboración de la santificación. La oración es una fuerza espiritual trabajando. En Juan 17 vemos a Jesús orando para ser glorificado para que así Sus discípulos y todos los creyentes puedan conocer la gloria de Dios. En los versos 17-19 Él ora, “Santifícalos en tu verdad: tu palabra es verdad. Como tú me enviaste al mundo, así yo los he enviado al mundo. Por ellos yo me santifico a mí mismo, para que también ellos sean santificados en la verdad.” Pablo también ora por la santificación de todos los creyentes en Ef. 1:15; 3:14-21; Filipenses 1:9-11; Colosenses 1:9-14.
La comunión de los santos (Koinonia) es otro elemento clave en la santificación. En la relación de unos con los otros, a través del discipulado, y al ejercer nuestros dones espirituales, la comunidad de creyentes toma un rol activo en la santificación y transformación del creyente individual. Hebreos 10:24-25 dice “Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y las buenas obras, no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca.” (Ef. 4:11-16; Col. 3:16; 1 Tes. 5:14-15; 2 Tes. 3:6-12)
El Padre también usa pruebas y disciplina en nuestras vidas con el fin de perfeccionarnos y corregirnos, purificándonos del pecado y la maldad, y por lo tanto guiándonos a una mayor santificación. Malaquías 3:2 dice “¿Pero quién podrá soportar el tiempo de su venida? O ¿quién podrá estar de pie cuando Él se manifieste? Porque Él es como fuego purificador y como jabón de lavadores.” (Romanos 8:28; Hebreos 12:5-11; Proverbios 3:6, 27:21; 1 Pedro 1:5-9, 3:14-16, 4:1, 12, 13-19; Santiago 1:2)
Conclusión
Es a través de la fe en Cristo y la confesión de nuestros pecados que somos justificados y hechos justos. Pero Dios nos llama a tomar decisiones diarias para vivir santamente a través de la exhortación del Espíritu Santo, a través de Su Palabra, y a través de la Iglesia. La santificación es el proceso de ser hecho santo. En 1 Juan 2:3-6 dice, “En esto sabremos que nosotros lo conocemos, si guardamos sus mandamientos. Él dice: <Yo lo conozco>, pero nos guarda sus mandamientos, el tal es mentiroso y la verdad no está en él. Pero el que guarda su palabra, en ése verdaderamente el amor de Dios se ha perfeccionado; por esto sabemos que estamos con él. El que dice que permanece en él, debe andar como él anduvo.” Como creyentes santificados tenemos la garantía de que pertenecemos a Cristo y lo veremos algún día cara a cara. Es entonces cuando la santificación estará completa. (Hebreos 12:14)
Referencias
THE HOLY BIBLE, NEW INTERNATIONAL VERSION, NIV 2011 by Biblica, Inc.